por falta de ortodoxia o profundidad; la au toridad paterna está
arraigada en el llamamiento a enseñar a los hijos lo que uno cree
que es cierto y correcto, no en el hecho de ser un especialista.
Es mejor que un niño crezca con algunas nociones equivocadas
acerca de cosas que importan mucho, y no que crezca con la noción
de que nada importa mucho. Además, ¿quién es experto en cuanto
a Dios y la moralidad? Como lo señala Stanley Hauerwas: "En
materia ética no hay expertos; y, por eso, todos los padres están
encargados de formar la vida de sus hijos de acuerdo con su mejor
saber y entender."18 Lo que enseñamos a nuestros hijos es lo que
realmente creemos. Lo que hace costosa la autoridad para un padre
no es la posibilidad de estar equivocado en su creencia, sino el no
creer en nada. Peor aún, un padre puede perder autoridad simplemente
porque no se atreve a decir a su hijo lo que cree que es justo y bueno.
La indignación de Hauerwas estaba bien dirigida: "Lo que debe
decirse, y claramente, es que rehusar pedirle al hijo que crea como
nosotros creemos, que viva como nosotros vivimos, y que actúe como
nosotros actuamos, es una traición proveniente de una cobardía ética."19
Lo que he estado afirmando en cuanto a la autoridad paterna
pone en duda la moderna premisa liberal acerca de la vida familiar.
La sab idu r ía convencional nos dice que debemos respe tar los
derechos soberanos de los hijos para tomar sus propias decisiones
en asuntos religiosos y éticos. En el credo liberal, cada miembro de
la familia es un individuo con la misma autoridad en estos asuntos.
Puesto que nadie es un experto en cuestiones de fe, un padre no
tiene el derecho de imponer sus propias creencias a sus hijos. La
au toridad tiene que estar basada en una probada experiencia; si
una madre carece de ella, debe recurrir a un experto que la tenga.
Unicamente un padre autoritario enviaría a sus hijos al mundo con
una inclinación ética y un prejuicio ante cualquier fe. El papel de
los padres es mantener a sus hijos en un vacío ético y religioso hasta
que estén realmente listos para decidir por sí mismos. La única cosa
realmente importan te que un padre puede enseñar sobre estos
asuntos es que no son lo suficientemente importantes como para
ocuparse fervientemente de cuidar que el niño siga en la fe y la
ética de la familia.
Desde la perspectiva cié la ética bíblica, la filosofía del liberalismo
acerca de la familia es un desastre. La principal razón que ofrece la
Biblia para ver a la fam ilia como el componen te básico de la
comunidad humana es que resulta el ambiente apropiado para que
un niño aprenda los valores esenciales de la vida y el significado y
propósito de la existencia.
Moralidad y nada más