De la tribu de Simeón, doce mil sellados.
De la tribu de Leví, doce mil sellados.
De la tribu de Isacar, doce mil sellados.
De la tribu de Zabulón, doce mil sellados.
De la tribu de José, doce mil sellados.
De la tribu de Benjamín, doce mil sellados
(vers. 5-8).
Así como fueron doce los patriarcas, fueron doce también las tribus formadas de
sus descendientes. (123)
En los primeros siglos de la existencia de Israel, cada tribu permaneció como grupo
distinto y solidario dentro de la nación, pero el primer cautiverio causó la desaparición de
diez de las tribus (2 Rey. 17:17,18), y en el tiempo cuando Juan estaba escribiendo el
Apocalipsis, ya hacía mucho que no existía en un sentido literal algo que podría llamarse
“las doce tribus de Israel”. Sin embargo, el profeta aquí las está viendo intactas, y vemos
que ninguna tiene más y ninguna tiene menos que las otras.
El mensaje es éste: ¿Creéis que he perdido alguna parte de mi pueblo? No la he
perdido. Aún tengo doce tribus y están todas completas. Si el primer pueblo que yo había
llamado se rebeló y tuvo que ser rechazado, no por esto ha de verse frustrado mi
propósito.
Satanás hizo mucho alarde de su victoria cuando Israel cayó en idolatría y rebeldía
abierta contra Dios. Presentó este caso como la comprobación de sus aseveraciones de
que la ley no podía ser guardada y de que Dios había establecido normas injustas. Por esto
dijo que el cautiverio de Israel era el fracaso de Dios y una gran victoria para él.
El sellamiento, en cambio, anuncia la victoria de Dios; es el punto culminante del
juicio en el cual cada caso ha sido abierto para el escrutinio minucioso del universo; y es la
proclamación ante todos del triunfo que Dios ha logrado en su propósito de preparar para
sí a un pueblo cuya lealtad es absoluta y está fundada en el amor (ver Efe. 2:5-7; 5:25-27).
Observamos que el número 144 mil equivale a doce por doce mil. Hay varias
ocasiones mencionadas en la Biblia cuando se expresa un número por un múltiplo de sí
mismo. Por ejemplo, cuando el apóstol Pedro preguntó si debía perdonar a su hermano
hasta siete veces, el Señor le dijo: “No te digo hasta siete veces, sino aun hasta
setenta
veces siete"
(Mat. 18:21, 22). Es un superlativo, una hipérbole para decir: ¡Muchísimas! De
la misma manera, el Señor está diciendo: Con el sellamiento todos pueden darse cuenta
de las mentiras de Satanás.
No ha fracasado mi propósito. Si una vez tuve doce hijos, ¡ahora tengo
doce mil
veces doce!