Llave.
El hecho de que este ángel tenga en su mano la llave es una prueba de que el ciclo dirige
completamente los acontecimientos. Al dragón le es imposible evitar que lo arrojen al
abismo.
Abismo.
Gr.
abússos
(ver com. cap. 9: 1). Esta visión es simbólica. El abismo no es una caverna
subterránea o un precipicio en algún lugar del universo. Juan describe el panorama profético
que se despliega ante sus ojos maravillados. En visión vio un abismo literal, pero el encierro
del dragón en el abismo fue sólo un medio simbólico de mostrar que las actividades de
Satanás serían controladas. Esto se ve claramente por la afirmación de que el propósito de
su encierro era "para que no engañase más a las naciones" (cap. 20:3).
La forma en que serán controladas las actividades de Satanás se deduce fácilmente por el
contexto y por otros pasajes, que muestran que la tierra será completamente despoblada
cuando Cristo venga por segunda vez. Según el cap. 19:19-21, todos los impíos serán
destruidos cuando Jesús vuelva (ver el comentario respectivo), y al mismo tiempo los justos
serán "arrebatados en las nubes para recibir al Señor en el aire" (1 Tes. 4:17). El lenguaje de
Pablo muestra que Cristo no establecerá su reino en la tierra inmediatamente después de su
segunda venida; por eso es que lleva consigo a los santos al cielo. Su reino se establecerá
cuando terminen los mil años, cuando descienda la Nueva Jerusalén (Apoc. 21:1-3). Esta
traslación de los santos al cielo en ocasión de la segunda venida de Cristo, está implícita en
Juan 14:1-3. Jesús consuela a sus discípulos que están tristes por su pronta partida,
diciéndoles que se va a la casa de su Padre a preparar moradas para ellos, y que después
volverá y los llevará para que estuvieran con él. Cf. Juan 13:36; 17:24. Las moradas están
sin duda en la Nueva Jerusalén, que no desciende a la tierra sino hasta el fin de los mil años
(ver Apoc. 21:1-3).
El grupo que será arrebatado para encontrarse con el Señor en el aire, incluirá a los justos
muertos, que serán resucitados en la segunda venida de Cristo, y a los justos vivos, que
serán "transformados" (1 Cor. 15: 51; 1 Tes. 4: 16-17). La muchedumbre de santos
resucitados incluirá, pues, a todos los justos que han vivido en la tierra. Habrá sólo dos
resurrecciones principales: la "resurrección de vida" y la "resurrección de condenación" (Juan
5:29; Hech. 24:15). En estas resurrecciones "todos los que están en los sepulcros oirán su
voz" (Juan 5: 28-29). Algunos han insistido en que la frase "muertos en Cristo" (1 Tes. 4: 16)
incluye a los cristianos que han muerto, pero no los santos del A 71, sin embargo, los pasajes
ya citados demuestran que todos los justos participarán en la resurrección de los justos. La
frase "muertos en Cristo" no excluye necesariamente a los santos del AT, porque ellos
murieron con su firme esperanza en el Mesías venidero. Su resurrección también dependerá
de la resurrección de Cristo, porque sólo "en Cristo todos serán vivificados" (1 Cor. 15: 22).
La resurrección de los justos se describe además como la "primera resurrección" (Apoc. 20:
5-6).
Han introducido mucha confusión en la doctrina de los mil años los que no reconocen que las
promesas hechas al antiguo Israel estaban condicionadas por la obediencia. Los que
procuran incluir el cumplimiento de estas 892 antiguas promesas en el cuadro escatológico
del NT, han presentado muchas teorías fantásticas. Han intentado mucho más de lo que
tuvieron en mente los escritores del NT. Estos autores inspirados por el Espíritu de Dios,
presentan un cuadro consecuente de los acontecimientos de los últimos días. Muestran que
los acontecimientos podrían haberse cumplido de un modo diferente si la nación judía hubiera
aceptado su destino divino, pero que se cumplirán para la iglesia del NT. Muestran la
verdadera posición de los judíos en los tiempos del NT y no les otorgan un lugar especial