Página 105 - Clase etica1

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Respeto a la autoridad
El Concilio Camegie sobre la familia observó durante un largo
tiempo la crisis de la familia moderna y decidió que debemos
renunciar a que ella sea un centro humano para la edificación ética
y espiritual. En cambio, se nos dice, deberíamos disponemos a dejar
que la familia sea un centro para la calidez emocional. En un informe
escrito por Kenneth Kenniston, llamado
All Our Children
(Todos
nuestros hijos), el concilio sugiere que es un mito la antigua familia
autosuficiente, en la que se confiaba a los padres la enseñanza de
las cosas importantes de la vida a los hijos. En nuestro mundo
complejo, los padres sencillamente no son competentes para
preparar a sus hijos a fin de que ocupen un lugar equilibrado en la
sociedad. "Incapaces de hacerlo todo ellos mismos, hoy los padres
son de alguna manera semejantes a los ejecutivos de las grandes
firmas, responsables de la coordinación armoniosa de muchas per­
sonas y de los procesos que deben funcionar juntos para lograr el
producto final."6 Los padres llevan a sus hijos de una autoridad a
otra y de un experto a otro; su principal responsabilidad hacia los
hijos es proveer apoyo emocional. No tienen autoridad propia.
Lo que el informe Camegie no hace es alentar a los padres mismos
a recuperar un sentido ético de su propio llamamiento como
autoridades en sus familias. Creo que Stanley Hauerwas tiene razón
al decir que el informe "refleja un profundo temor y desconfianza
de nuestra capacidad de tener y criar hijos".7
Sin embargo, los padres no pueden abandonar la autoridad sin
privar a sus hijos, y a la larga a la sociedad, de fuerzas sin las cuales
ninguno puede funcionar. Lo primero que un niño pierde en un
hogar sin autoridad es un fuerte sentido de su propia identidad.
Llegamos a ser individuos fuertes cuando pasamos nuestra niñez
en una familia fuerte. El niño con un claro sentido de su lugar en
una familia probablemente desarrollará un claro sentido de quién
es y qué es fuera de la familia. El hecho de que el suicidio sea ahora
la segunda causa más común de muerte entre adolescentes en los
Estados Unidos no puede desligarse totalmente de la pérdida de
autoridad en el hogar norteamericano. La genuina autoridad, basada
en la convicción de los padres acerca de su llamamiento,
probablemente sea la fuente más confiable de la que un niño pueda
derivar un sentido de pertenencia a un círculo familiar que se
mantiene unido por la lealtad y el amor. Saber quién es y a quién se
pertenece es tener un vigoroso sostén en contraposición con la
desesperación y la falta de alegría de aquellos que no encuentran
una verdadera identidad en medio de sus fantasías mentales.8
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