ResfX'to
.1
l.i ,ml<>ri< la<I
pero disfrutarlos es algo muy diferente de honrarlos.
Lo q u r u n o
honra en sus padres es su papel particularmente extraordinario (mi l.i
propia vida. Fueron sus autores, autorizaron su existencia y
d u r a n
ir
muchos años de aprendizaje fueron su autoridad. La honra pide rrsprk >
por lo que nuestros padres fueron y son. Puede existir sin sentimionios
placenteros; podemos honrarlos sin necesidad de disfrutar prolongadas
estadías con nuestros "seres queridos". No es preciso que nuestros
padres sean nuestros compañeros favoritos; deben ser honrados como
aquellos que una vez fueron llamados a ser Dios-con-nosotros.
La tercera condición es un reconocimiento de la
necesidad de los pa
dres de verse reflejados en el hijo.
Un padre deriva su identidad de su hija
así como su hija la deriva de su padre. Los padres de Timoteo se
preocupan por los caminos de él, no sólo porque los desaprueban,
sino también porque no pueden verse reflejados en su vida. Necesitan
saber que él prolongará la vida de ellos hacia el futuro y necesitan
reconocerse en ese hijo, tan distinto ahora del niño que formaron. Por
esta razón, honrar a los padres en situaciones conflictivas exige de
nosotros volver a asegurarles que la identidad está aún indemne. Para
esto, padres e hijos precisan dialogar y descubrir en la conversación la
semejanza que los une.
La cuarta condición es
respeto por el misterio propio de los padres.
Para honrar a los padres es necesario dejarlos ser lo que son, un
misterio aún no completamente revelado. Un hijo maduro fácilmente
supone que el padre se ha entregado totalmente sin dejar ningún
misterio personal oculto, se ha agotado sin tener ya nada interesante
en su interior. Este estereotipo deshonra a los padres, forzando sobre
ellos nues tra prop ia imagen de lo que un padre tiene que ser.
Mantener nuestra circunspección es honrar la sensación de un pa
dre de ser un m isterio , de que su historia no ha sido con tada
totalmente; esto es honrar a la persona cuya función fue representar
a Dios ante nosotros.
La ru ta de la honra tendrá que ser improvisada. A lo largo del
camino, Timoteo deberá usar símbolos familiares que expresen
honra a modo de sacramento, como, por ejemplo, dar al padre el
lugar de honor en la mesa, que diga la oración de gracias, nunca
reemplazar los títulos "madre" y "padre" por los nombres propios,
ped irles op in ión y prestarles cu idadosa atención. Sin embargo,
detrás de los símbolos, cada hijo necesita el poder del amor para
encontrar su propia manera de respetar a sus padres, que ahora son
sus iguales. No existe un modelo absoluto; el amor tiene que ser
creativo, aun cuando el afecto se haya secado.
IOS