observamos anteriormente (capítulo 6), precisamente en esa época surgió un reavivamiento
mundial de los valores cristianos y un movimiento que impulsaba a la gente a estudiar las profe-
cías bíblicas, especialmente las de Daniel. (136)
Cientos de miles de personas —hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, de todas las clases
sociales— estudiaban las profecías y esperaban la purificación del santuario y el fin del mundo
(véase la historia de esa experiencia en el capítulo 6).
Concluimos, pues, que el librito abierto en la mano de Cristo es, en efecto, el libro
profético de Daniel, y que esta visión se refiere al movimiento que surgió en aquel entonces de
estudiar y presentar al público las profecías del libro.
El ángel se para con un pie sobre el mar y con otro sobre la tierra. Mar y tierra son la
totalidad del globo terráqueo. El mensaje del ángel tendría un alcance mundial. La profecía del
sexto sello, al hablar de este mismo mensaje, dice que lo oyen “los reyes de la tierra, y los grandes,
los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre” (Apoc. 6:15), o sea, todo el
mundo. Apocalipsis 14:6 corrobora esto diciendo que el mensaje llega “a los moradores de la
tierra a toda nación, tribu, lengua y pueblo”.
El hecho que el ángel tiene mar y tierra debajo de sus pies denota, además, dominio y el
gran poder que acompaña la proclamación del mensaje. Como dice el siguiente versículo, el ángel
clama “a gran voz, como ruge un león” (vers. 3).
El mensaje de los siete truenos
Y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron
sus voces. Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir, pero oí una voz
del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas (vers. 3,4).
El profeta no tuvo dificultad en oír las palabras que pronunciaron los truenos. Sabemos
que las entendió porque las iba a escribir. El misterio no se debe a que los truenos dijeron algo
difícil de entender, sino a que una voz del cielo le dijo al profeta que no lo escribiera. (137)
El hecho de que hay un mensaje oculto es, en sí, un mensaje.
Primero, el ángel clama “con gran voz” (vers. 3), e inmediatamente hablan los truenos. Así
que, el mensaje de los truenos está estrechamente relacionado con el mensaje de la venida de
Cristo en 1844, el mismo que es simbolizado por la profecía del sexto sello. En el tiempo del sexto
sello, miles de personas, estudiaron la profecía de Daniel 8:14 y exclamaron: “El gran día de su ira
ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Apoc. 6:17). Pero estaban equivocados. El capítulo
7 revela lo que ellos no habían entendido: que los juicios de Dios no podían caer mientras no se
concluyera la obra de sellamiento.
El ángel con el librito abierto proclama el mensaje profético de la venida de Cristo, basado
en las profecías de Daniel. El mensaje de los truenos significa que había algo, algún aspecto del
mensaje, que Dios no quería revelar.
Al comparar esta profecía con la de la sexta trompeta, podemos sacar la conclusión que el
mensaje oculto tiene relación con lo que no entendieron los que proclamaban la venida de Cristo