Page 137 - Vengo en Breve1

Basic HTML Version

Como la bestia es un enemigo de Dios; obviamente, su número debe de estar
relacionado igualmente con la apostasía y la rebelión. Esto nos lleva a reflexionar que hay
otro número que aparece, no sólo en el Apocalipsis, sino a través de toda la Biblia, como
el número de Dios: el siete.
Al terminar la semana de la creación, “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí
que era bueno en gran manera” (Gén. 1: 31). Para celebrar esta obra perfecta y completa,
el Creador “reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho”, y designó el
séptimo día como día de reposo para la humanidad (Gén. 2:3). Desde entonces, el siete es
símbolo de lo que es perfecto y completo, lo que no le falta nada (ver, por ejemplo, Gén.
4:15; Rut 4:15; 1 Sam. 2:5; Sal. 12:6; Isa. 30:26).
Si bien es cierto que la observancia del sábado constituye un reposo de nuestras
actividades físicas, sin embargo, es mucho más que esto. Es, ante todo, un reposo de
nuestra fe en la benevolencia y la bondad de Dios. Significa que aceptamos nuestra
condición de seres creados y dependientes. Es un símbolo de la verdadera relación que
existe entre las criaturas y el Creador.
Muy significativo es el hecho de que en la Biblia la adoración consiste en reposar,
en dejar de hacer, cuando en las religiones falsas, la adoración consiste en hacer algo.
En el Apocalipsis hay un énfasis especial en este número: hay siete iglesias, siete
espíritus, siete sellos, siete trompetas, siete truenos, siete plagas, siete cabezas, siete
bienaventuranzas y más.
Siete menos uno
El siete es señal de la perfecta provisión, símbolo de lo que es completo y no le
falta nada. El seis, en cambio, es el siete menos uno; es un siete al que le falta algo.
Se escucha el mensaje del seis en las primeras palabras que Satanás dirigió a un ser
humano: “Sabe Dios que el día que comáis [del fruto], serán abiertos vuestros ojos, y
seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gén. 3:5).
El mensaje es claro: “No es cierto lo que Dios ha dicho. Él no ha hecho realmente
una perfecta provisión para vuestras necesidades y para vuestro bienestar y felicidad.
Falta algo. Necesitáis tomar las cosas en vuestras propias manos, apartaros del plan de
Dios y hacer por vosotros mismos lo que él no ha querido hacer. Así podréis ser como
dioses”.
Al aceptar este concepto y comer del fruto prohibido, el hombre estaba negando
su posición de criatura y dependiente. Así rechazaba el mensaje del siete, de la perfecta
provisión de Dios. Desde el Jardín del Edén, todas las religiones falsas tienen en común el
propósito de exaltar al hombre con las prerrogativas de Dios.