Page 136 - Vengo en Breve1

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Hasta la misma forma democrática del sistema político de los EE.UU. está
representada en esta profecía, porque el texto no dice que el cordero hace arbi-
trariamente una imagen en honor a la bestia ni tampoco que obliga a la gente a hacerla,
sino que engaña a los moradores de la tierra —los convence, los persuade—, de modo
que la decisión de hacer la imagen es de ellos (vers. 14).
La profecía representa, además, el pluralismo de nuestro tiempo, cuando conviven
personas de credos y costumbres muy diversos. En su campaña de apoyo a la bestia, el
cordero falso establece metas conforme a esta realidad. Consigue que algunos adoren a la
bestia llevando su nombre. Otros prefieren adorar no a la bestia misma, sino a su imagen,
algo que se le parece, pero no es ella misma. (188)
Una tercera clase —tal vez serán los más seculares— no acepta ninguna de estas
dos alternativas, pero igual recibe la marca o bien el número de la bestia.
Este último concepto nos lleva a preguntar: ¿cómo es posible esto? ¿Cómo puede
alguien recibir la marca o el número si no ha adorado ni a la bestia ni a su imagen? La
respuesta está en el texto mismo donde dice que algunos recibirán la marca en la frente
mientras otros la reciben en la mano. La frente es el centro del intelecto. Los que reciben
la marca en la frente están convencidos de las mentiras de la bestia. Creen que dice la
verdad. Otros, en cambio, consideran que la santa ley de Dios no puede ser abrogada por
un decreto humano, o simplemente no creen en la autoridad de la bestia para mandar en
estas cosas. Pero aun cuando no crean, buscan la salida fácil. Prefieren seguir por la vía de
menor resistencia y acceden a lo que pide la autoridad para evitar problemas. Los tales
recibirán su marca en la mano; porque, aun cuando no creen, igual hacen.
Lo importante es saber que tanto los unos como los otros van a sufrir el castigo de
la ira de Dios (Apoc. 14:9-11). En aquel día de nada les servirá decir: “Pero es que yo nunca
creí en esas mentiras. Sabía que no eran verdad”.
El sello de Dios, en cambio, es colocado única y exclusivamente en la frente de los
siervos de Dios (Apoc. 7:3; 22:4). Ellos creen y también obedecen.
¡Seis! ¡Seis! ¡Seis!
Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento; cuente el número de la bestia,
pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis (vers. 18).
Tenemos aquí uno de los números más famosos de la historia. De alguna manera,
ha captado la atención del público a tal grado que personas que nada saben de profecía o
de la Biblia han oído del “666”.
Casi todos los números en el Apocalipsis tienen valor simbólico. El 666 es llamado
"el número de la bestia”, un personaje que es obviamente simbólico. (189)