Por ejemplo, alguien que leyera de antemano acerca de la estrella que cayó del
cielo y recibió la llave del pozo del abismo, no hubiera podido explicar que esto
representaba las invasiones de los musulmanes de los años 1299-1499. De la misma
manera, no podemos saber con seguridad cómo vendrán las plagas.
Lo que sí está claro es que los símbolos de las trompetas no exageraron la
gravedad de los acontecimientos reales que predijeron. Con seguridad, podemos afirmar
lo mismo con relación a las plagas. Aunque no sea posible especificar la forma exacta
cómo ha de ocurrir cada una de ellas, lo que sí podemos saber con seguridad es que serán
eventos reales y que los símbolos no están exagerando la magnitud de lo que va a ocurrir.
Al contrario, el efecto de las plagas será más grave y más extenso que el de las trompetas.
Un cumplimiento del triple mensaje
Las plagas constituyen la realidad acerca de la cual el pueblo de Dios había
advertido al dar el mensaje simbolizado por el pregón de los tres ángeles.
El mensaje del primer ángel llamaba a adorar a Dios como creador del cielo y de la
tierra, el mar y las fuentes de las aguas (Apoc. 14:7); y las primeras cuatro plagas afectan
precisamente el cielo, la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. El primer ángel anunciaba
la hora del juicio; y las plagas se presentan como manifestaciones del juicio divino (vers. 5,
7).
El segundo ángel anunció la caída de Babilonia, y esta caída es precisamente el
clímax hacia el cual se mueven todos los eventos de las plagas (vers. 19).
El tercer ángel había anunciado los espantosos resultados de adorar a la bestia y
de recibir su marca, y los que reciben la furia de las plagas son los hombres que tienen la
marca de la bestia y que adoran su imagen (vers. 2). (222)
El secamiento del Éufrates
El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó,
para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente (vers. 12).
Bajo la sexta plaga suceden varios eventos que constituyen los preparativos para la
batalla final: uno de éstos es el secamiento del río Éufrates. Para entender el significado
de esto, debemos recurrir nuevamente a la historia antigua, pues el secamiento del
Éufrates ocurrió en forma literal en el año 539 a.C. cuando la antigua ciudad de Babilonia
fue atacada por los ejércitos de Ciro el Grande.
Aun cuando vieron la ciudad sitiada por el más poderoso ejército del mundo, los
dirigentes de Babilonia tuvieron muchas esperanzas de resistir al sitio. Entre los motivos
de su confianza era el pensamiento de que ningún ejército, por poderoso que fuera, jamás
les podría privar de agua, porque el mismo río Eufrates atravesaba la ciudad pasando por
un túnel que había en los muros. Pero Ciro usó este mismo factor para producir la caída de