24:27), y todo ojo le verá (Apoc. 1:7). Pero antes de la venida visible de Cristo, habrá otro
evento que se compara más con la forma en que viene un ladrón, silencioso y
desapercibido. (227)
Es el fin de la gracia, o sea, del tiempo de oportunidad para buscar la salvación.3
Muchos en los días de Noé habrían entrado gustosamente en el arca cuan do
vieron que el mundo se llenaba de agua. Pero siete días antes de que cayera la primera
gota, la puerta del arca fue cerrada por la mano de Dios (Gén. 7:11), 16). Este acto puso fin
al tiempo de gracia para aquella generación. Ya no podría entrar ninguno de aquellos que
durante ciento veinte años habían despreciado las invitaciones de la misericordia divina.
En el momento cuando la puerta del arca se cerró, no ocurrió ningún cambio en las
condiciones atmosféricas. Los días sucedieron uno tras otro. Cada mañana salía el sol tan
refulgente como antes. Las plazas de las grandes cantidades y los centros de placer
estaban colmados, mientras los hombres y las mujeres salían cada quien a sus
quehaceres, todos inadvertidos de que la mano de Dios ya había escrito en el cielo la
sentencia irrevocable de su destino. Así sucederá también en ocasión de la segunda
venida. Cuando aparezca la señal del Hijo del Hombre en el cielo; entonces, se lamentarán
todas las tribu* de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo,
con poder y gran gloria” (Mat. 24:30). Entonces sí, cualquiera estaría dispuesto i aceptar el
evangelio, pero será demasiado tarde, porque antes de venir con gran estruendo, Cristo
viene como ladrón. Sale del santuario celestial, y así pone fin a su intercesión ante el
Padre. Con esto queda sellado el destino de todos lo* seres humanos delante de Dios.
El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del
cielo, del trono, diciendo: Hecho está. Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, un
gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los
hombres han estado sobre la tierra. (228)
Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron;
y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor
de su ira. Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. Y cayó del cielo sobre los
hombres un enorme granizo como del yeso de un talento; y los hombres blasfemaron
contra Dios por la plaga de granizo; porque su plaga fue sobremanera grande (vers. 17-
21).
La caída de Babilonia es producida por “la Batalla del Armagedón”. Todas las
plagas anteriores constituyen el preámbulo y la preparación para este evento. Uno de los
propósitos de las plagas es el de precipitar su desenlace.
El capítulo 17 es una explicación y ampliación de la caída de Babilonia. En el
comentario sobre ese capítulo volveremos a recordar los detalles de la séptima plaga y
comprenderemos más acerca de su significado a la luz de los eventos allí revelados. (229)