Dios tendrá un testimonio aún más poderoso para los gobernantes. Bajo el
derramamiento del Espíritu Santo profetizado en estos versículos de Apocalipsis 18, se
realizarán milagros que ningún poder satánico puede imitar, y la invitación del Cielo se
escuchará por todas partes.
“Salid de ella, pueblo mío”
Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis
partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas (vers. 4).
Desde que las iglesias populares rechazaron el mensaje del primer ángel, se
encuentran “caídas” en el sentido de que han dejado de ser los canales designados por el
Cielo para transmitir un mensaje especial para este tiempo. Pero, de ninguna manera el
Señor ha retirado de ellas sus bendiciones. Tiene para sus ovejas un solo redil; y sin
embargo, dice: “Tengo otras ovejas que no son de este redil” (Juan 10:16). Esto quiere
decir que reconoce como suyas a las almas sinceras que están en otras comunidades
religiosas del mundo y algunas que no están en ninguna. Con tierno amor, se manifiesta
en sus vidas y las bendice.
Sin embargo, no es su propósito dejarlas donde están. “Aquéllas también debo
traer —dice—, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor” (Juan 10:16). (247)
La lluvia tardía
Esta profecía de Jesús acerca del llamamiento de las “otras ovejas” ya empezó a
cumplirse. De hecho, se ha venido cumpliendo en todas las épocas, pero tendrá su fase
final bajo la predicación del cuarto ángel.
Bajo la urgente invitación de los primeros tres ángeles que empezó en el año 1844,
millones han oído el mensaje y lo han aceptado. Sin embargo, en l.i última etapa,
simbolizada por el mensaje del cuarto ángel, será mucho mayor el número de los que
escucharán y harán caso a su voz.
El ángel dice: “Salid de ella, pueblo mío”, y su invitación es acompañada de un
derramamiento sin paralelo del Espíritu Santo, llamado por los pro fetas, “la lluvia tardía”
(Zac. 10:1). La llamaban así para compararla con el derramamiento del Espíritu en la
iglesia primitiva, que es llamado la “lluvia temprana”.
Todos tendrán que decidirse
En la actualidad, muchas personas no se deciden ni a favor ni en contra de la
verdad, pero entonces no será así. Todo el mundo se va a colocar o dentro o fuera del
redil. Aun los que no quisieran, tendrán que definirse. El error se pre sentará con una
fuerza y exigencia nunca antes visto. Vendrán filosofías y vanas sutilezas (Col. 2:8). Por
todas partes, se levantarán “falsos cristos y falsos pro fetas [que] harán grandes señales y