empezaron a llegar animales. Caminando en solemne desfile, guiados por manos
invisibles, venían de dos en dos y de siete en siete, para entrar en el refugio. De pronto,
las burlas se acallaron y más de un rostro palideció, mientras el Espíritu Santo
impresionaba poderosamente los corazones con la verdad de las palabras del predicador.
(245)
Entonces, Noé, habiendo acabado su mensaje, entró con su familia en el arca. Acto
seguido, aquella pesada puerta que tenía tres pisos de altura, y que pesaba muchas
toneladas, empezó a moverse sobre sus goznes. Y ninguno do toda aquella generación
que la vio cerrarse volvió a verla abierta (Gén. 7:1-20).
Las dos fases del mensaje
Así también, la última amonestación de Dios al mundo tendrá dos fases. La
primera, simbolizada por los mensajes de los tres ángeles del capítulo 14, ya empezó.
Durante más de 120 años, ha resonado en todas partes. La segunda y última fase,
simbolizada por este mensaje del cuarto ángel, empezará pronto. Vendrá con una
urgencia aún mayor que la primera y será acompañada de poder espiritual, tanto que la
tierra quedará inundada de luz (vers. l). Entonces se cumplirá la profecía de Isaías 11:9:
“La tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar”.
El segundo ángel del capítulo 14 anuncia la caída de Babilonia (14:8). Éste repite su
anuncio, pero con palabras aún más urgentes: “Ha caído, ha caído la Gran Babilonia, y se
ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo y albergue de toda
ave inmunda y aborrecible’’ (18:2). Estos términos se refieren a males adicionales que han
entrado en las iglesias populares desde el año 1844, cuando empezó a sonar la voz del
segundo ángel. Denuncian especialmente la infiltración del espiritismo y el ocultismo bajo
sus variados disfraces.
Una confirmación sobrenatural
La advertencia final de Noé fue confirmada con un poder sobrenatural. De la
misma manera, la última proclamación de este mensaje final será acompañada de un
derramamiento del Espíritu Santo que será el más extraordinario de la historia y se verán
grandes señales y prodigios. (246)
Cuando Moisés y Aarón se presentaron ante el rey de Egipto con un mensaje de
parte de Dios, los dirigentes de la religión popular produjeron unos aparentes milagros
con el propósito de mantener engañado al Faraón. Pero el Señor no dejó al rey egipcio sin
un poderoso testimonio de la verdad. Cuando los hechiceros espiritistas arrojaron cada
uno su vara al piso, éstas parecían convertirse en serpientes. Entonces, la vara de Aarón,
convertida también en una serpiente, devoró las varas de los magos (Exo. 7:10-12).
De la misma manera, el espiritismo de los últimos días producirá milagros para
engañar a los “reyes” y conducirlos hacia la catástrofe final (Apoc. 13:13; 16:12-14), pero