Page 180 - Vengo en Breve1

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C
APITULO
D
IECINUEVE
Rey de reyes y Señor de señores
Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía:
¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor, Dios nuestro;
porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera
que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de
sus siervos de la mano de ella (vers. 1, 2).
En el capítulo 18 oímos las lamentaciones de los que lo han perdido todo al
entregar su lealtad a la gran ramera Babilonia. Las primeras palabras registradas en el
capítulo 19 forman la contraparte de dicha lamentación. Son expresiones de júbilo y
regocijo, himnos de alabanza por parte de los que echaron su suerte con Dios.
¿Por qué canta el pueblo?
Y ¿por qué está alabando a Dios esta multitud en el cielo? Porque “sus juicios son
verdaderos y justos”. (250)
Acaban de ver el castigo de la gran ramera; pero, lejos de lamentar y culpar a Dios,
lo alaban, diciendo: “¡Aleluya! [...] porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha
juzgado a la gran ramera [...] y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella”.
Con esto confirmamos que, para ellos se ha realizado el propósito del juicio, y no dudan
ellos la perfecta justicia de Dios en lo que ha hecho.
En el capítulo 12 observamos que, a fin de lograr su propósito de persuasión, Dios
no sólo demoró el castigo de los rebeldes; sino que, inclusive, apartó por un tiempo la
mano, permitiendo que Satanás ejerciera cierta clase de dominio hasta el día cuando los
seres creados pudiéramos entender mejor la verdad y la justicia de su causa. Aquí en el
capítulo 19 contemplamos el momento cuando este propósito se habrá logrado. Es al final
del juicio cuando Cristo recibe nuevamente el dominio usurpado (Dan. 7:13).
Para el que está en Cristo, la vida eterna ya empezó (Juan 6:54); pero, en este
tiempo de espera, no la podemos disfrutar a plenitud. Ya somos hijos de Dios, pero “aún
no se ha manifestado lo que hemos de ser” (l Juan 3:2). La muerte es una enemiga
vencida, pero esto corruptible todavía no se ha vestido de incorrupción, ni esto mortal de
inmortalidad (l Cor. 15:54).
Pero muy pronto la larga demora terminará, y Cristo volverá como Rey de reyes y
Señor de señores (vers. 16). Rescatará a su pueblo y acabará para siempre con el pecado y
los pecadores.