Capitulo Siete
La identificación del pueblo de Dios
Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra,
q
ue detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la
tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. Vi también a otro ángel que subía de donde
sale el sol y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, quienes se
les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No llagáis daño a la
tierra ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de
nuestro Dios
(vers. 1-3).
Se pospone la angustia
La expresión “los cuatro ángulos de la tierra” significa el mundo entero; y de la
misma manera, estos cuatro ángeles representan todo el ejército de seres gloriosos, los
ángeles que trabajan incansablemente “a favor de los que serán herederos de la
salvación” (Heb. 1:14). (119) Aquí están deteniendo los “vientos” o sea, a las fuerzas
destructoras para que no soplen sobre la tierra. Estos “vientos” son fuerzas destructoras,
tanto de la naturaleza como de los hombres malvados. Están a punto de soltarlos, cuando
viene “otro ángel” que clama “a gran voz a los cuatro ángeles, “diciendo: “No hagáis daño
a la tierra ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos
de nuestro Dios” (vers. 1-3).
A Filadelfia, la iglesia del sexto período, se le dijo: “Por cuanto has guardado la
palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir
sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” (Apoc. 3:10). Ahora
podemos entender más claramente el significado de estas palabras. Los que vivían en el
tiempo de Filadelfia, la misma época descrita por el sexto sello, pensaban que a ellos les
tocaba vivir en la hora de prueba. Por todas partes andaban anunciando: “La hora de su
juicio ha llegado” (14:7); y, confundidos acerca de la naturaleza del juicio, exclamaban: “El
gran día de su ira ha llegado; y ¿quién podrá sostenerse en pie?” (6:17).
Pero se equivocaron. A ellos no les tocó presenciar las escenas finales de la ira de
Dios. Cuando exclamaban “¿Quién podrá sostenerse en pie?” cuando veían que los
ángeles empezaban a soltar los vientos de destrucción, vino una interrupción. Llega el
“otro ángel”, y clama a gran voz: “¡Todavía no! Hay una obra por realizar en la tierra.
Tenemos que sellar en sus frentes a los siervos de Dios”.
A esto se debe el lugar de esta profecía como un paréntesis entre el sexto y el
séptimo sellos: Sirve para explicar por qué razón hay una demora en el desenlace de los
eventos finales. Las calamidades no pueden caer hasta que se realice la obra de
sellamiento.