Página 195 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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(cap. 3:2), pero a sus miembros fieles
no
se les ordenó que se mudaran a Filadelfia.
Similarmente, a los cristianos leales del período de Laodicea
no
se les ordena que se hagan
miembros de Filadelfia; por lo menos no lo hace Cristo, el
testigo verdadero
al dirigirse a los
de Laodicea. Pero
se les dice
, como laodicenses, que se arrepientan y hallen en Cristo el
remedio para todos sus defectos de carácter (vers. 18-20).
La idea de que el cristiano puede mejorar sus perspectivas de salvación recurriendo al
escapismo de una emigración espiritual y practicando una forma de justicia que cree que es
superior a la de otros cristianos, está claramente en desacuerdo con las enseñanzas de
nuestro Señor (cf. Luc. 18:9-14). En la parábola de la cizaña (Mat. 13:24-30, 37-43) el dueño
del campo ordenó que el trigo y la cizaña debían "crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la
siega" (vers. 30). La cizaña no debía ser desarraigada por manos humanas, ni tampoco
trasplantarse el trigo a otra parte. Sólo cuando los ángeles segadores junten el trigo en el
alfolí del Dueño y quemen la cizaña, habrá una separación general de justos e impíos (vers.
30, 39-42).
Los miembros de la antigua iglesia de Laodicea no habrían mejorado su condición espiritual
con mudarse a la ciudad de Filadelfia. El propósito de Dios para la "iglesia" de Laodicea no
incluye un plan de emigración espiritual a alguna de las otras "iglesias" del Apocalipsis, sino
más bien una transformación completa del corazón y de la vida (ver com. Apoc. 3:18-20).
Cualquier otra solución que se proponga para los males de Laodicea sólo hará de la persona
un hipócrita.
4. Es verdad que a ninguna otra "iglesia" se le dirige una reprensión tan incisiva como a la
"iglesia" de Laodicea; pero también es cierto que a ninguna otra se le ofrece una evidencia
más tierna del amor de Cristo, una comunión más íntima con él, o una recompensa más
gloriosa (vers. 19-21). El mensaje para Laodicea no significa un rechazo incondicional, como
tampoco lo son los que se dirigen a las otras "iglesias". Si la pobreza espiritual de los
laodicenses fuese irremediable, el Testigo verdadero no les ofrecería "oro"; si su vista
espiritual no tuviese cura, no les ofrecería el "colirio" celestial; si su desnudez "espiritual" no
tuviese esperanza, no les ofrecería sus propias "vestiduras blancas" (ver com. vers. 17-18).
Es evidente que hay vencedores en Laodicea (vers. 2 l) como en cada uno de los períodos
anteriores de la historia de la iglesia, y a estos vencedores
de
Laodicea es a quienes se les
da la promesa de sentarse con Cristo en su trono.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1 CS 355; 2T 176; 5T 73; TM 155
1-3 2J 253; 6T 77; 8T 98; TM 352
1-6 8T 302
2 CE(1967)68; HAp 469; 2T 649; 8T 136; TM 357
3 CS 355, 421, 545; DTG 589
4 CH 362, 424; CS 538; Ed 243; HAd 486; HAp 418; 2JT 125, 175; 5T
481; 9T 115
4-5 5T 692
5 CS 537; DMJ 13; HAp 470; 5T 333; Te 166, 251, 259
7-8 CS 483, 488; DTG 88; PE 429 86
7-12 8T 303