Página 255 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los
reinos del mundo han venido a ser de nuestro Seiíor y de su Cristo; y él reinará por los siglos
de los siglos.
16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se
postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,
17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has
de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.
18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar
galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños
y a los grandes, y a destruir a los que destruyen la tierra
19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y
hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo. 816
1.
Me fue dada.
La línea de pensamiento del cap. 10 continúa en el cap. 11.
Una caña.
Esta caña debía usarse como una vara de medir. Compárese con el simbolismo de Eze. 40:
3, 6; Zac. 2: 1-2.
Levántate.
Se le ordena a Juan que partícipe de la acción que se le muestra en la visión.
Mide.
El símbolo del hombre que medía a Jerusalén con un cordel, se interpretó como una garantía
de que la ciudad sería reedificada (ver com. Zac. 2: 1-2); por lo tanto, la medición del templo
y sus adoradores puede sugerir también una promesa de restauración y preservación.
En el paréntesis entre los sellos sexto y séptimo hay una garantía de que a pesar de los
terrores que acompañarán a la segunda venida de Cristo, Dios tiene un pueblo que
permanecerá firme (Apoc. 7; cf. com. cap. 6: 17). Este otro paréntesis entre la sexta y la
séptima trompeta también puede tener el propósito de confirmar que en medio de los horrores
que acompañan el sonido de las trompetas, el templo de Dios -es decir, el plan de la
redención que en él se representa- y los verdaderos adoradores del Señor están a salvo.
Esta restauración y conservación del templo de Dios también parece tener una aplicación
especial para la comprensión más plena del significado del ministerio de Cristo en el
santuario celestial, conocimiento que ha ido en aumento desde 1844.
Templo.
Gr.
naós
(ver com. cap. 3: 12; 7: 15; cf. cap. 11: 19). Después del gran chasco del 22 de
octubre de 1844, la atención de los creyentes adventistas fue dirigida hacia el santuario
celestial y la obra de Cristo como sumo sacerdote en ese santuario. Esta no es una
referencia al templo literal de Jerusalén, porque cuando Juan recibió sus visiones ese templo
estaba en ruinas. Los judíos fueron rechazados por Dios como sus representantes escogidos
(ver com. Mat. 21: 43; t. IV, pp. 28-36), y por esta razón ese templo nunca será restaurado
como centro de culto divinamente reconocido (ver com. Eze. 40: 1). Por consiguiente, "los