Página 278 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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promesas, responsabilidades y privilegios del pacto originalmente hecho con Abrahán y
confirmado en el Sinaí. Este "remanente" fue el grupo formalmente designado al cual Dios se
proponía enviar el Mesías y a través del cual deseaba evangelizar a los paganos. No
consistía de individuos 829esparcidos, no importa cuán fieles fueran, sino que era una
entidad colectiva, la organización visible de Dios, divinamente comisionada en la tierra. Debe
también notarse que los varios términos hebreos que se traducen "remanente" (o "resto") no
dan la idea de final o de lo último de algo o de un grupo humano, excepto en el sentido de
que los que "quedan" son transitoriamente, en su generación, el último eslabón del linaje
escogido. Desde los días de Abrahán siempre ha habido un "remanente" conforme a la
"gracia" de Dios (cf. Rom. 11: 15).
Dios advirtió a los que regresaron del cautiverio babilónico, que no habría "remanente ni
quien" escapara si de
nuevo
le eran desleales (Esd. 9: 14; cf Deut. 19: 20). Por eso, cuando
los judíos rechazaron al Mesías y renunciaron a su participación en el pacto (DTG 686), el
"reino de Dios" les fue quitado a los judíos como pueblo y "dado a gente que" produjera "los
frutos de él" (Mat. 21: 43; cf. 1 Ped. 2: 9-10). Esto significó la cancelación permanente e
irrevocable de su posición especial delante de Dios como nación y la transferencia de los
privilegios, promesas y responsabilidades de la reacción del pacto a la iglesia cristiana (ver t.
IV, pp. 34-38).
En Rom. 9: 27 Pablo declara que "si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del
mar, tan sólo el remanente [
hupóleimma
] será salvo" (ver com. Rom. 9: 27). Aplica el término
"remanente" de Isa. 10: 22 a los judíos de su tiempo que individualmente habían aceptado a
Cristo como el Mesías; pero tenían derecho a este título como miembros de la iglesia
cristiana y no como judíos. En Rom. 11: 5 habla de ellos como de "remanente [
léimma
]
escogido por gracia". En los cap. 9 al 11 Pablo presenta a la iglesia cristiana como heredera
de las promesas, los privilegios y las responsabilidades del pacto eterno. La iglesia es, pues,
la sucesora del judaísmo, divinamente comisionada como depositaria de la voluntad revelada
de Dios, como la representante colectiva de los propósitos divinos en la tierra y como el
instructor escogido del Señor para la proclamación del Evangelio para la salvación de los
hombres (ver t. IV, pp. 37-38).
Además de Rom. 9: 27; 11:5; Apoc. 12: 17, los términos que significan "remanente" o "resto"
(Mat. 22: 6; Apoc. 11: 13; 19: 21, RVR: "otros" y "los demás"), no tienen mayor significado
respecto al pueblo de Dios; sin embargo, en Apoc. 3: 2, la frase "que está para morir", deriva
de
loipós
, la misma palabra que se traduce "resto" en el cap. 12: 17.
La iglesia experimentó la gran apostasía papal unos pocos siglos después de Cristo. Durante
unos 1.200 años el poder papal suprimió y esparció total o parcialmente a los verdaderos
representantes de Dios (ver Nota Adicional de Dan. 7; coro. Dan. 7: 25; cf. Apoc. 12: 6).
Pero por medio de la Reforma del siglo XVI (ver com. cap. 12: 15-16) Dios se propuso sacar
un "remanente", esta vez de la Babilonia simbólica. Varios grupos protestantes sirvieron
como precursores de la verdad, divinamente instituidos para restaurar punto por punto el
glorioso Evangelio de salvación. Pero grupo tras grupo se satisfizo con su concepto parcial
de verdad y no avanzaron a medida que aumentaba la luz de la Palabra de Dios. Cuando
un grupo se negaba a avanzar más, Dios levantaba otro grupo como su instrumento escogido
para la proclamación de la verdad.
Cuando finalmente terminaron los 1.260 años de la supremacía papal (ver com. cap. 12: 6,
14) y llegó el "tiempo del fin", el tiempo cuando el último mensaje del cielo (cap. 14: 6-12)
debía ser proclamado al mundo (ver com. Dan. 7: 25; 11: 35), Dios levantó otro "resto" o
"remanente": el que se menciona en Apoc. 12: 17 (cf. vers. 14-17). Este es el "remanente"
del dilatado y digno linaje del pueblo escogido de Dios, que ha sobrevivido a los fieros
ataques del dragón durante el transcurso de la historia, y más específicamente a través de la