2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como
boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad.
3 Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se
maravilló toda la tierra en pos de la bestia,
4 y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo:
¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?
5 También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para
actuar cuarenta y dos meses.
6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su
tabernáculo, y de los que moran en el cielo.
7 Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad
sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.
8 Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el
libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.
9 Si alguno tiene oído, oiga.
10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe
ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos.
11 Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un
cordero, pero hablaba como dragón.
12 Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y
los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada.
13 También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a
la tierra delante de los hombres. 831
14 Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en
presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la
bestia que tiene la herida de espada, y vivió.
15 Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e
hiciese matar a todo el que no la adorase.
16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese
una marca en la mano derecha, o en la frente;
17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la
bestia, o el número de su nombre.
18 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es
número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.
1.
Me paré.
La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por la variante "y él se paró". Si se adopta esta
variante, sería mejor unir "y él se paró sobre la arena del mar" con el cap. 12: 17, como se
hace en ciertas ediciones griegas y versiones castellanas (BJ, BC, NC). "El" se referiría
entonces al dragón que está en la playa del mar esperando el surgimiento de la bestia, con el