Por lo tanto, habiendo revisado el uso que el apóstol Pablo hace de los pronombres
personales en el versículo 29, así como sus conceptos sobre la muerte, el bautismo y los
sufrimientos por causa del evangelio, concluimos que la práctica del “bautismo por los muertos”
era realizada por un grupo que los creyentes de Corinto conocían bien.
La renuencia del apóstol a usar en este pasaje la frase “algunos entre vosotros” (1 Cor.
15:12) o una semejante, muestra que el apóstol se refiere más bien a un grupo de personas que
habrían asimilado el concepto de un “bautismo vicario”, debido a la influencia de las corrientes
del paganismo reinantes en el primer siglo de nuestra era, y cuya aplicación pudo haber sido, por
lo menos, muy similar a la de los marcionitas.
El concepto del “bautismo por los muertos” es pues un argumento retórico por parte de
Pablo y no una evidencia de su aprobación del mismo, ya que dicho concepto no es compatible
con sus enseñanzas en torno al bautismo y a la muerte.
De esa forma, el bautismo de 1 Corintios 15:29 es literal y por ende vicario, ya que, según
el análisis hecho de la preposición “por”, esta palabra no da lugar a una interpretación metafórica,
pero sí a un ejemplo utilizado para afirmar la certeza de la resurrección de los muertos. Este tema,
y no el bautismo, es el punto focal de 1 Corintios 15.
En consecuencia, basar o elaborar a partir de este versículo una doctrina o práctica
bautismal para la iglesia de hoy no solo sería algo incorrecto, sino también incongruente con el
pensamiento paulino y con la teología en general del Nuevo Testamento.