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ideal de una unión con sus deidades.
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De allí que Walker mencione en su
Historia de la Iglesia
que las religiones de misterios tenían ritos “equivalentes a los del cristianismo”, siendo
precisamente el bautismo un rito de “iniciación” en las mismas.
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En realidad sólo tenemos evidencia específica de que los marcionitas, los montanistas y
los ambrosianos, dentro de sus doctrinas contaminadas, llegaron a aplicar un “bautismo vicario”,
el cual probablemente es al que Pablo alude en 1 Corintios. Y es Crisóstomo en su homilía sobre
1 Corintios, en la sección XI.I, quien nos dice cómo se llevaba a cabo este rito:
Cuando un catecúmeno de entre ellos, dejaba esta vida, escondían a un hombre vivo
debajo del diván del muerto, se aproximaban al cuerpo y entonces le preguntaban si
deseaba recibir el bautismo. En ese momento, quién estaba debajo del cuerpo contestaba
en su lugar afirmativamente y, así, lo bautizaban
en lugar del
que había partido.
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El “bautismo por los muertos” en la iglesia de Corinto
Para C. K. Barret, aparte de 1 Corintios 15:29, no hay evidencia de que un rito vicario
como el marcionita haya florecido en la iglesia en los tiempos de Pablo, pero también admite que
esto no es imposible, puesto que pasaban cosas muy extrañas en la de iglesia de Corinto.
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Por otro lado, Lietzman nota que las celebraciones vicarias de las orgías dionisiacas para
las personas muertas no iniciadas son paralelas a la práctica mencionada en nuestro pasaje.
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Pero es William Barclay quien nos expresa el propósito de este bautismo, en su hipotético uso en
la iglesia:
Algunas veces, cuando alguien había querido llegar a ser miembro de la iglesia moría en
el transcurso de su instrucción como futuro miembro, otra persona se bautizaba por ella
tras su muerte. Era una especie de bautismo “por poder”. Esta costumbre nació de lo que
es en realidad un concepto supersticioso y mágico del bautismo, que asume que si una
persona no era bautizada se vería excluida de la gloria de los fieles y del cielo.
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El peso de la evidencia disponible no es suficiente como para afirmar que Pablo se refiere
específicamente a este bautismo vicario, pero tampoco lo niega. Y puesto que de acuerdo a
nuestro estudio, el “bautismo por los muertos” no es uno de “sufrimientos” por los “muertos en
pecado”, nos inclinamos a creer que san Pablo sí se refiere a un bautismo vicario cuyos detalles
no conocemos, pero que sus lectores sí conocían, aunque no necesariamente lo practicaran. Lo
cierto es que Pablo utiliza dicha práctica como un argumento retórico en favor de la certeza de la
resurrección que, para él, es lo más importante de resaltar en este capítulo, y no el tema del
bautismo.