Página 39 - El atardecer y la noche de la Iglesia

Versión de HTML Básico

La autoridad del creyente
Al que venciere, le daréque se siente conmigo enmi trono, así como he vencido, yme he sentado
conmi Padre en su trono
(vers. 21).
En varios pasajes, las Escrituras repiten lapromesade que los fiel es compartirán los privilegios y
prerrogativas del mismo Señor Jesucristo. San Pedro le preguntó al Maestro: "He aquí, nosotros lo
hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué, pues, tendremos?" A lo cual el Señor le aseguró que
recibiríanmuchas bendiciones en esta vida y "en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente
en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para
juzgar a las doce tribus de Israel" (Mat. 19:27-29). Asimismo, en el Apocalipsis, el profeta vio a los
redimidos después de la segunda venidade Jesús, y escribió: "Vi tronos, y se sentaron sobre ellos los
que recibieron facultad de juzgar" (Apoc. 20:4; ver también 1 Cor. 6:1-3). Acercadel cumplimiento
futuro de esta promesa se tratará más ampliamenteen el capítulo 20.
Sentarnos con Cristo ahora
Estas promesas se refieren, sin duda, a la vida futura, pero tienen, además, un cumplimiento en
esta vida. Aquí mismo, en este mundo con toda su carga de dolor y pecado, el cristiano empieza a gustar
de las experiencias de la vida celestial. El apóstol alaba a Dios diciendo: "Aun estando nosotrosmuertos
en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y junta-mente con él nos
resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús" (Efe. 2:6). ¡Sentarnos con
Cristo ahora! El mundo no puede comprender el significado de estas palabras. Le parecen locura (ver 1
Cor. 1:25-31). Pero el cristiano sí las entiende. Se refieren: (1) al compañerismo, la confianza y seguridad
que disfrutael cristiano en su relación con el Maestro (Juan 15:15); (2) a la autoridad otorgada al
cristianomientras actúe bajo ladirección del Espíritu Santo (Juan 20:22,23; 1 Cor. 6:2,3); y (3) a la
victoriaque Cristo concede a los suyos. "Al que venciere —dice—le daré que se siente conmigo".