Página 32 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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7-9.
Ver EGW com. Eze. 28: 15-19; Efe. 6: 12; 1 Juan 2: 6.
10.
Satanás expulsado por la muerte de Cristo.-
La expulsión del cielo de Satanás como acusador de sus hermanos fue llevada a cabo por la
gran obra de Cristo al dar su vida. El plan de redención siguió adelante a pesar de la
persistente oposición de Satanás. El hombre fue estimado de suficiente valor para que Cristo
sacrificara su vida por él. Como Satanás sabía que el imperio que había 415 usurpado al fin
le sería arrebatado, resolvió no ahorrar esfuerzos para destruir al mayor número posible de
las criaturas que Dios había hecho a su imagen. Odiaba al hombre porque Cristo había
manifestado por él tal amor perdonador y tal compasión, y se preparó ahora para hacerlo
objeto de toda clase de engaños por los cuales pudiera perderse; se entregó a su obra con
más energía debido a que su propia condición era desesperada (3SP 194-195).
(2 Cor. 5: 19; Fil. 2: 6.) Satanás desarraigado de los afectos del universo.-
Satanás se separó de raíz de los afectos del universo cuando consumó su enemistad contra
Cristo, hasta el extremo de hacerlo colgar de la cruz del Calvario con el cuerpo herido y
magullado y el corazón quebrantado. Entonces se vio que Dios había procedido con
abnegación entregándose en su Hijo por los pecados del mundo, porque amaba a la
humanidad. El Creador fue revelado en el Hijo del Dios infinito., Aquí se contestó para
siempre la pregunta: "¿Puede Dios ser abnegado?' Cristo era Dios, y condescendió en
hacerse carne; tomó la humanidad y se hizo obediente hasta la muerte para poder ser
sometido al sacrificio infinito (MS 50, 1900).
(Juan 3: 14, 17; Gál. 6: 14; Heb. 9: 22.) El poder acusador de Satanás es quebrantado.-
Cristo en la cruz no sólo atrae a los hombres para que se arrepientan delante de Dios por las
transgresiones de su ley -pues Dios a quienes perdona hace que primero se arrepientan, sino
que Cristo ha satisfecho la justicia; se ha ofrecido a sí mismo como expiación. Su sangre
derramada, su cuerpo quebrantado, satisfacen las demandas de la ley transgredida, y así
salva con un puente el abismo que ha hecho el pecado. Sufrió en la carne para que con su
cuerpo magullado y quebrantado pudiera amparar al pecador indefenso. La victoria obtenida
por su muerte en el Calvario quebrantó para siempre el poder acusador de Satanás sobre el
universo, y silenció su acusación de que la abnegación era imposible en Dios y que, por lo
tanto, no es esencial en la familia humana (MS 50, 1900).
11 (Deut. 33: 25; ver EGW com. 2 Tes. 2: 7-12).
Poder para vencer día tras día.-
Todos los que quieran pueden ser vencedores. Esforcémonos fervientemente para alcanzar
la norma puesta delante de nosotros. Cristo conoce nuestra debilidad, y a él podemos ir
diariamente en busca de ayuda. No es necesario que ganemos fortaleza para un mes por
adelantado. Debemos vencer día tras día (MS 28, 1886).
El secreto del triunfo sobre el pecado.-
Nos convertimos en vencedores ayudando a otros a vencer por medio de la sangre del
Cordero y la palabra de nuestro testimonio. La observancia de los mandamientos de Dios
producirá en nosotros un espíritu obediente, y Dios puede aceptar el servicio que es hijo de
tal espíritu (Carta 236, 1908).