Página 5 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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podría molestar más a Israel o a los impíos gobernantes del mundo.
Pero todo el universo celestial vio el resultado del conflicto con el anciano discípulo y su
separación de sus compañeros en la fe. Dios, Cristo y la hueste celestial fueron compañeros
de Juan en la isla de Patmos. De ellos 396 recibió instrucciones que impartió a aquellos que
con él estaban separados del mundo. Allí escribió las revelaciones y visiones que recibió de
Dios para narrar las cosas que ocurrirían en el período final de la historia de esta tierra.
Cuando su voz ya no testificara más por la verdad, cuando no pudiera testificar más por
Aquel que amaba y servía, los mensajes que se le dieron en aquella costa rocosa y árida se
esparcirían como una lámpara que alumbra (MS 150, 1899).
(1 Juan 1: 1-10.) Gloriosas verdades confiadas a Juan.-
A menudo los mejores hombres, los que Dios usa para la gloria de su nombre, no son
reconocidos por la sabiduría humana; pero ni por un momento son olvidados por Dios.
Cuando Juan estaba desterrado en la isla de Patmos hubo muchos que pensaron que ya
estaba fuera de servicio, que era una caña vieja y débil que caería en cualquier momento.
Pero al Señor le pareció conveniente usarlo en aquella isla solitaria donde su siervo estaba
preso. El mundo y los fanáticos sacerdotes y gobernantes se regocijaban de que al fin se
habían liberado de su testimonio siempre nuevo. [Se cita 1 Juan 1: 1-3.]
Todo este capítulo rebosa de esforzado valor, de esperanza, fe y certeza. Debido a este
testimonio, tan asombroso para los que deseaban olvidar a Cristo y odiaban al Redentor
crucificado a quien habían rechazado, era por lo que querían que estuviera fuera del alcance
de sus oídos, para que sus palabras no fueran más un testigo contra sus hechos impíos al
crucificar al Señor de la gloria. Pero no podían poner a Juan en ningún lugar donde no
pudiera encontrarlo su Señor y Salvador Jesucristo.
Los siervos de Cristo que son leales y fieles quizá no sean reconocidos ni honrados por los
hombres..., pero el Señor los honra. No serán olvidados por Dios. Los honrará mediante su
presencia porque han sido hallados leales y fieles. Los que han envejecido en la causa y la
obra de Dios tienen una experiencia de gran valor para la iglesia. Dios honra sus siervos que
han envejecido en su servicio. Las más gloriosas verdades de los últimos capítulos de la
historia de esta tierra fueron dadas al anciano discípulo a quien Jesús amaba (MS 109,
1897).
9-10 (Sal. 71: 9; 92: 14; Isa. 46: 4).
Ultimo años de Juan.-
Después de que Juan envejeció en el servicio del Señor, fue desterrado a Patmos. Y en esa
isla solitaria recibió más comunicaciones procedentes del cielo que las que había recibido
durante toda su existencia (RH 26-7-1906).
El anciano representante de Cristo fue desterrado para que su testimonio no fuera escuchado
más, pues era un poder viviente de parte de la justicia; pero aunque estaba separado de sus
hermanos, fue visitado por Cristo, a quien no había visto desde la ascensión (RH 16-5-1899).
9-15.
Plan de Dios para siglos futuros.-
La mano de la persecución cae pesadamente sobre el apóstol; es desterrado a la isla de
Patmos "por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo", y escribe: "Yo estaba
en el Espíritu en el día del Señor". Fue lleno de gozo inexpresable porque el cielo pareció
estar abierto delante de él. Una voz le habló con tonos claros y distintos, y le dijo: "Yo soy el
Alfa y la Omega, principio y fin". Dio media vuelta y contempló a su Maestro, con quien había