Respeto a la autoridad
nos pida desobedecer a nuestros padres, momentos que ponen las
relaciones humanas normales patas para arriba, y la venida del reino
sacude los fundamentos de la familia. Cuando llega el momento de
decidir por uno u otro, por Cristo o en contra de él, la decisión debe
caer del lado de Jesús aun en contra de nuestros padres.22
Nadie creía más firmemente en las estructuras de la autoridad
que Juan Calvino. Pero, al final de una vigorosa defensa del quinto
mandam iento, él expresa algunos pensamientos secundarios:
Debemos advertir brevemente que no se nos manda obedecer a nuestros
padres, sino "en el Señor" (Ef. 6.1) ... Por eso, si ellos nos incitan a
quebrantar la Ley de Dios, con toda justicia no los consideraremos
entonces como padres, sino como extraños, puesto que procuran
apartarnos de la obediencia que debemos a nuestro verdadero Padre.23
Aunque Calvino exagere el caso haciendo que las alternativas sean
terriblemente crueles, el tema en cuestión es claro: cuando nuestros
padres usan su autoridad para apartamos de la "obediencia a nuestro
verdadero Padre", debemos desobedecerlos. ¿Es este el camino que
debe transitar Eduardo Bevans?
Los p ad re s de E dua rdo no tienen in tenc ión de " inc itarlo a
quebrantar la ley". La Sra. Bevans es una madre judía piadosa que
anhela que su hijo siga el camino de Yavé en la tradición de la familia,
y el Sr. Bevans es un fiel hijo de la fe ortodoxa para quien la peor de
todas las transgresiones de un hijo es convertirse en cristiano. Estas
p e rson a s tom an su au to r id ad pa ren ta l con la se riedad de un
moderno Moisés. Si hay padres que merecen ser honrados por su
hijo adolescente, esos son los esposos Bevans. Pero Jesús se interpuso.
En los conflictos entre la autoridad paterna y la conciencia en
proceso de maduración, la ley del amor requiere concesiones. Los
padres deben saber que su autoridad tiene límites, uno de los cuales
consiste en un amoroso interés po r la conciencia de sus hijos.
También deben recordar que son criaturas falibles, cortas de vista
y egoístas, lejos de ser dioses. Entonces, cuando el hijo se hace
hombre o la hija mujer, los padres tienen que aflojar los lazos de la
lealtad. Y, por el otro lado, el amor insta a los adolescentes a actuar
de la manera que más ayude a sus padres, de esperarlos para que
reconozcan su propio desengaño y enojo. Y m ientras esperan, cada
uno puede respetar las convicciones del otro aun cuando estén en
conflicto. En consecuencia, transitoriamente, la au toridad paterna
debería silenciarse por el bien de la conciencia de Eduardo, y esta
tend r ía que sensibilizarse ante el derecho de sus pad res a ser
honrados por su autoridad.