Pero suponga que Eduardo no puede esperar mucho. Ni puede
hacer grandes acuerdos. Siente que su deber es seguir la senda de
su nueva fe. Y esa senda lo lleva, por ahora, a reunirse con sus
compañeros cristianos, contradiciendo la voluntad de sus padres.
Siente que es preciso desobedecer. La pregunta es: ¿puede honrar a
sus padres en el proceso ele la desobediencia?
Puede, y el amor debe mostrarle cómo. Tiene que dejar en claro
que él no es un rebelde decidido a desautorizar a su padre y a su
madre. Puede someterse a la voluntad de ellos en todo, excepto en
esto que toca su propia alma. Puede continuar sus alianzas judías,
ser un áv ido e s tu d ian te en la s inagoga , d a r su co razón a la
celebración de las fiestas judías y ser, en todo sentido, un joven judío
conforme a la tradición de su íamilia, un hijo leal que honra al p a
dre y a la madre tanto como puede esperarlo cualquier padre. Por
cierto desobedece, selectivamente, en lo que concierne al corazón
de la cuestión judía; pero, en realidad, visto desde la perspectiva
ventajosa de la te, los padres ele Eduardo son hon rado s y no
avergonzados.
Las conversiones al cristianismo no son las únicas formas de
encender un conflicto de fe entre hijos y pad res . Hay jóvenes
presbiterianos que deciden seguir a Moon, y adolescentes católicos
que se hacen discípulos de Haré Krishna. ¿Qué deben hacer si sus
padres les m andan desligarse de los rituales y programas de su fe?
Para el adolescente, la secta es la entrada a una nueva vida. Parece
ser tanto un asunto de fe y conciencia como la conversión cristiana
lo es para los cristianos. ¿Acaso no tienen el mismo deber hacia su
fe y su conciencia de la que tiene un adolescente convertido al
cristianismo?
¿Tiene la fe cristiana p r ioridad sobre el quinto mandam ien to
porque es la fe verdadera o porque, igual que otras creencias, toca
la conciencia del hijo? Si so lam en te la fe cristiana justifica la
desobediencia a los padres, entonces están acertados los padres en
obligar a sus hijos a dejar los cultos, inclusive a secuestrarlos si es
necesario . Si el comprom iso cristiano respe ta a la conciencia
simplemente porque toca al ser más profundo de una persona,
entonces los cristianos deben perm itir a todos los adolescentes
conscientes la misma libertad de desobedecer que quieren para
Eduardo Bevans. Y yo creo que esto es lo correcto. De lo que Pablo
enseña acerca de la conciencia (Ro. 14.7-12; 1 Co. 8.12), deducimos
que al menos creía que la conciencia era inviolable, estuviera acertada
o equivocada. Entonces, con el mismo riesgo, incluso con temor y
temblor, afirmamos que aquellos adolescentes grandes que han
Moralidad y nada más
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