mensaje podía haber significado su salvación, trajo sobre su propia cabeza el castigo de
Dios.
Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y
medio, y no permitirán que sean sepultados. Y los moradores de la tierra se regocijarán
sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas
habían atormentado a los moradores de la tierra
(vers. 9,10).
A la verdad, fue terrible la “celebración” de la victoria que habían logrado los
franceses sobre la Biblia. Con la ejecución del rey Luis XVI en 1793, se desató un “reinado
del terror”. Los espías asechaban en cada esquina, y la más leve sospecha bastaba para
condenar a alguien. En París, la guillotina no daba abasto a la tarea de matar gente, y
largas filas sucumbían bajo las descargas de la fusilería. (157)
Ya los cadalsos no eran atestados por los Hugonotes
3
, sino que eran ocupa dos por
los que antes los habían perseguido. Se teñían ahora con la sangre do sacerdotes, y
muchos barcos se hundían a propósito en el río llevando encade nados en sus banquillos a
los representantes del clero católico. Nadie sabe el número exacto de los que perdieron la
vida, pero se estima que cayeron alrededor de 50,000 en el espacio de 13 meses.
La resurrección de los testigos
Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por
Dios; y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron
(vers.
11
).
Después del terror vino una reacción conservadora, y en 1795 una nueva
constitución colocó al estado bajo el gobierno de un directorio. El decreto dado en 1793
para abolir la Biblia fue derogado, y tres años y medio después —tiempo correspondiente
a los “tres días y medio”—, este mismo cuerpo legislativo concedió la tolerancia para las
Sagradas Escrituras. Se proclamó la libertad religiosa, aunque el mismo directorio y su
régimen seguían siendo anticristianos.
Y oyeron una gran voz del cielo que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo
en una nube; y sus enemigos los vieron (vers. 12).
Estos “dos testigos”, o sea, las Escrituras, si bien habían sido vituperados, ahora
fueron honrados más que nunca. En 1804 se organizó la Sociedad Bíblica Británica y
Extranjera. Y después siguieron muchas otras en Europa y en los demás continentes. Ya
existe por lo menos un libro de la Biblia en más de 2,500 lenguas, incluyendo 680 lenguas
del África, 590 de Asia, 420 de Oceanía, 420 de Latinoamérica y el Caribe, 210 de Europa, y
75 de Norteamérica. Actualmente las Sociedades Bíblicas Unidas apoyan más de 400
proyectos de traducción. (158)