en forma particular su mensaje es para nosotros a quienes han alcanzado los fines de los
siglos (l Cor. 10:11).
Al estudiar las profecías de este libro, comprenderemos que hemos llegado hasta
el último eslabón en la larga cadena de eventos predichos, y que los detalles finales se
están cumpliendo rápidamente ante nuestros ojos. Veremos, además, que más de la
mitad de las grandes profecías del libro anuncian eventos directamente relacionados con
nuestros días.
El propósito de la profecía
Esta revelación es llamada una “profecía”. Para muchas personas profecía es
cualquier predicción o información acerca de eventos futuros. Pero al estudiar el trabajo
de los profetas y sus mensajes en toda la Biblia, encontramos que el concepto bíblico de la
profecía es mucho más amplio. En las Escrituras, un profeta es un portavoz, un “vocero”
de Dios.
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De ahí que la palabra profecía es traducida acertadamente en la Versión Popular
así: un mensaje de parte de Dios”. Puede incluir un elemento de predicción, porque para
Dios el pasado, el presente y el futuro son igualmente conocidos; pero el propósito divino
al revelar el futuro no es, en ningún caso, simplemente satisfacer nuestra curiosidad.
Los bienaventurados son aquellos que, después de leer o escuchar “las palabras de
esta profecía”, las ponen por obra, los que “guardan las cosas en ella escritas”.
En muchas partes de la Biblia se destaca este propósito moral de la profecía. Se
nos dice que la profecía
1.
Es para confirmar la fe de los creyentes a medida que vean el cumplimiento de los
eventos predichos (Juan 14:29).
2.
Es para que el pueblo de Dios no duerma sino permanezca alerta, velando en todo
momento (Luc. 21:34-36).
3.
Es para que los hijos de Dios no se amedrenten ante las catástrofes de los últimos
días, sino que se yergan y levanten la cabeza sabiendo que su redención está cerca
(Lev. 21:25-28).
4.
Es para que los creyentes no sean arrastrados por los poderosos engaños de los
últimos días (Mat. 24:24-27; 2 Tes. 2:1-3).
5.
La profecía es para la edificación, exhortación y consolación de los seres humanos
en general y de la iglesia en particular (1 Cor. 14:3, 22).
Un saludo de parte de Dios
Juan, a las siete iglesias que están en Asia
(vers. 4).