porque en ese año, o sea en el 533; la ciudad de Roma junto con la mayor parte de Italia
estaba en manos de los ostrogodos. (171)
Estos eran cristianos, mas no católicos, y no aceptaban que el dirigente de la iglesia
romana tuviera autoridad sobre ellos, ni tampoco aceptaban que Justiniano, escribiendo
desde su capital oriental de Constantinopla, pudiera otorgar a nadie semejante autoridad.
Por tal motivo, el poder que Justiniano otorgó al papa no se hizo efectivo sino hasta
cuando los ostrogodos fueron arrojados, hecho que ocurrió en el año 538.
Con el acceso del papa al poder político, comenzó el período de los 1,260 años, el
que llegó a su fin 1,260 años más tarde, en el año 1798. En el análisis del capítulo trece,
estudiaremos los eventos históricos que marcaron el fin del período.
El hecho de que el tiempo profético es de tres años y medio tiene también un
significado simbólico: es una alusión histórica, un dedo señalando la apostasía de Israel en
tiempos de Jezabel que duró tres años y medio (Luc, 4:25; Sant. 5:17 y Apoc. 2:20). El
Señor quiere llevarnos a comparar esta nueva apostasía con aquélla del pasado.
La serpiente arrojó de su boca tras la mujer, agua como un río, para que fuese
arrastrada por el río. Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el
río que el dragón había echado de su boca (vers. 16).
Muchas veces durante aquellos siglos tristes “la tierra” ayudó a la mujer: fueron
factores geográficos que sirvieron de protección para los fieles. Por ejemplo, debido a las
grandes distancias de Roma se pudo conservar la observancia del sábado en Etiopía.2 En
los bosques y montañas de Bohemia y en remotos valles y escondrijos de los Alpes, se
refugiaron durante siglos hombres y mujeres que albergaron en sus corazones las
preciosas verdades de la Biblia. (172)
El resto de su descendencia
Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el
resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el
testimonio de Jesucristo (vers. 17).
Muy enérgico fue el esfuerzo de Satanás por apagar la verdad durante el largo
período de los 1,260 años. Y tuvo éxito, tanto que al final de ese tiempo, no quedaba más
que un “resto”, un “remanente” de fieles. La palabra se refiere a un pequeño sobrante
(ver Luc. 8:18). Es el pueblo escogido de Dios que surgiría en el tiempo del fin.
Dos señales notables identifican a este grupo de personas: 1. “Guardan los
mandamientos de Dios” y 2. “Tienen el testimonio de Jesucristo”.
Guardan los mandamientos. Cuando todo el mundo se rebela contra Dios, los fieles
expresan amor a través de su obediencia (Juan 14:15; 1 Juan 2:3, 4). La iglesia primitiva se
caracterizó por su celo y buenas obras (Apoc. 2:2, 3). Siguiendo este ejemplo, el pueblo de