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porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra” (Gén. 11:9). Desde entonces,
“Babel” o “Babilonia” ha simbolizado confusión.
Desde una fecha muy temprana, la iglesia cristiana empezó a entrar en una
situación de “babilonia” al incorporar en su seno ideas recogidas de varias filosofías
populares. De eso hablamos en los capítulos anteriores. El pueblo simbolizado por el
segundo ángel denuncia esa confusión llamándola “fornicación", porque es una unión
ilícita. La mezcolanza de la verdad con el error, de ideas paganas con enseñanzas bíblicas,
es precisamente esa clase de unión.
El presente siglo se ufana de ser una época brillante por sus descubrimientos. ¡Qué
paradoja que en un tiempo de tanta luz, pueda haber tanta oscuridad! Si antes había
“muchos dioses y muchos señores” (1 Cor. 8:5), hoy son más. El fanatismo, el extremismo,
la intolerancia y los ataques contra la conciencia se multiplican. (198)
Multitudes se encuentran confundidas; inclusive, se puede decir que están
“embriagadas” del error.
Por todas partes hay falsos cristos y falsos profetas (Mat. 24:11, 14). Pero esta
profecía del segundo ángel es un mensaje de aliento y esperanza, porque aclara el
propósito de Dios de enviar una voz de alarma, una llamada de atención que despierte al
pueblo y lo advierta contra la confusión fatal. Esta profecía, igual que la primera, se
cumple en nuestros días con el mensaje del pueblo que denuncia el error y proclama por
todas partes: “Ha caído Babilonia”.
El mensaje del tercer ángel
Si se realizara un concurso de profecías horribles, el mensaje del tercer ángel
(Apoc. 14:9-12) tendría muchas posibilidades de ganar. Ninguna otra profecía en toda la
Biblia habla en términos tan aterradores sobre el destino de aquellos que se rebelan
contra Dios. Pero, aunque parezca contradictorio, esta profecía es, a la vez, muy
alentadora.
He aquí la parte terrible de la profecía:
Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su
imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de
la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira-, y será atormentado con
fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su
tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los
que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre
(vers. 9-11).
¿Le parece que sería horrible morir carbonizado? En el pasado, miles de víctimas
de la Santa Inquisición sufrieron una suerte tal. Pero si usted considera que ésta sería una