Page 154 - Vengo en Breve1

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poseen omnisciencia, él no coloca su sello en su pueblo, no revela quiénes son los
redimidos, hasta que sus juicios no se hayan manifestado a través del juicio. Y por la
misma razón, no había intervenido para pagar a cada uno conforme a sus obras.
Los mártires en el tiempo del quinto sello reclamaban diciendo “¿Hasta cuándo
Señor, [...] no juzgas y vengas nuestra sangre?” (Apoc. 6:10,11). En esta profecía, vemos el
momento cuando el tiempo de espera ya termina, porque el Señor ha juzgado y ha llegado
el momento de vengar la sangre de los mártires. Ahora van a caer las plagas que son “el
vino de la ira de Dios que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira” (Apoc. 14:10). Y ¿por
qué esto es posible ahora, y no lo fue antes? Porque ahora “tus juicios se han
manifestado”. Ya nadie va a dudar de la justicia de Dios al ver lo que va a hacer con los
que han rechazado su amor.
Las plagas
Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del
tabernáculo del testimonio. Y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete
plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos
de oro. (214)
Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro llenas
de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos. Y el templo se llenó de humo por la
gloria de Dios y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen
cumplido las siete plagas de los siete ángeles (vers. 5-8).
Es el tiempo cuando Miguel se va a poner de pie para defender a su pueblo (Dan.
12:1); el tiempo cuando Jehová va a sacudir los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca
(Hag. 2:6); el tiempo cuando los hombres en vano se meterán “en las hendiduras de las
rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el
resplandor de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra” (Isa. 2:21). Es el
tiempo que los profetas han llamado el “día grande y espantoso de Jehová” (Joel 2:31).
“Fin de la gracia”
El templo se llena de humo por la gloria de Dios y por su poder, y nadie puede
entrar en él hasta que se hayan cumplido las siete plagas (vers. 8). En el antiguo rito, los
adoradores y los penitentes entraban en el santuario durante todo el año. Pero, llegado el
día de expiación, nadie podía entrar allí.
En el contexto de los eventos finales, dicha escena representa lo que comúnmente
llamamos, “el fin del tiempo de gracia”. En un sentido, la expresión es correcta, porque si
alguien ha llegado hasta ese momento y no se ha arrepentido sinceramente, renunciando
de corazón a sus pecados, ya será tarde, porque ya nadie puede “entrar en el templo”. En
ese sentido ya no hay “gracia”.