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En otras palabras, el capítulo 13 empieza con la segunda época del capítulo 12, y
va un paso más adelante. Debemos preguntar, por lo tanto, lógicamente, si esta profecía,
siguiendo el mismo patrón, no comenzará con la segunda época del capítulo 13, o sea con
el tiempo de la “herida mortal”, cuando la Iglesia ha caído temporalmente del poder
político. (231)
De ser así, tendríamos la explicación de la falta de coronas. Significaría que la
bestia no tiene coronas porque la entidad que ella representa está despojada
temporalmente de poder. Veremos en seguida que hay algunos otros elementos de la
profecía que confirman esta interpretación.
Una mujer llamada “Babilonia”
Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras
preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la
inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA
GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Vi a la
mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la
vi, quedé asombrado con gran asombro (vers. 4-6).
El nombre de la ramera es “Babilonia”, y el uso de esta palabra aquí es un.» alusión
histórica. Se refiere a la potencia del mismo nombre que persiguió al pueblo de Dios en
tiempos del profeta Daniel.
Se refiere, además, a Babel, la antigua torre y ciudad que se construyó cuando los
humanos formaron una alianza para luchar contra Dios (Gén. 11:1-9).
Aquí Babilonia es la triple alianza de potestades que van a unir sus fuerzas en los
últimos días para luchar contra Dios y su pueblo (16:13). De la misma manera como
sucedió en el tiempo de la antigua Babel, el Señor destruirá esta alianza moderna,
sembrando confusión entre los aliados de modo que empiezan a atacarse mutuamente.
Se dice que los reyes de la tierra han fornicado con Babilonia (vers. 1, 2). Se refiere
a la unión ilícita entre los gobernantes o autoridades civiles y las iglesias populares para
repetir las persecuciones de los siglos pasados (Apoc. 17:2; 18:9). Por esto el profeta vio a
la mujer ebria con la sangre de los mártires (vers. 5). (232)
En el capítulo 12, vimos que la iglesia de Cristo en la tierra también está sim-
bolizada por una mujer, pero es una mujer pura, vestida con la gloria de Dios (Apoc. 12:1).
Siendo que los ropajes representan la justicia (Apoc. 19:18), este simbolismo significa que
la iglesia se adorna con la belleza del carácter divino (Apoc. 3:4; 15:16; 19:8). La perfección
que la ampara es la de Cristo, “el sol de justicia” (Mal. 4:2), “el cual nos ha sido hecho por
Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (l Cor. 1:30).