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La segunda venida de Cristo
Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco y el que lo montaba
se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como
llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre
escrito que ninguno conocía sino él mismo (vers. 11,12).
Es el “gran día del Dios todopoderoso” la hora anunciada por los profetas y
anhelada por el pueblo de Dios de todos los siglos (Mat. 13:16,17; ver también Nahum
1:2; Isa. 34:8,9; Jer. 50:28; 2 Tes. 1:8). Esta vez Cristo no envía a un representante, sino
que vuelve en persona, cumpliendo así la promesa de Juan 14:3: “Vendré otra vez, y os
tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Es la entrada
triunfal de Cristo que no será seguida de una crucifixión. Esta vez no viene humildemente
montado en un pollino de asna, sino en un caballo blanco, símbolo de un conquistador.
“Fiel y Verdadero”
“Fiel y Verdadero” es el mismo nombre que Cristo se aplica a sí mismo en el
tiempo de Laodicea, la séptima iglesia (Apoc. 3:14). El mismo pasaje lo llama por tres
nombres diferentes, sin embargo, dice que tiene “un nombre escrito que ninguno conoce
sino él mismo” (compárese con Apoc. 2:17).
En su mensaje a la iglesia de Tiatira, Cristo se identificaba como “el que tiene ojos
como llama de fuego” (2:18). Tiatira simboliza a la iglesia que vivió durante la Edad Media.
Ahora, con el mismo símbolo de los ojos como llama de fuego, Cristo viene para guerrear
contra la bestia y el falso profeta (vers. 20).
Las coronas que ciñe Jesús no son los mismos stéfanos prometidos a los
vencedores (2:10; 4:4; 12:1; ver también 2 Tim. 4:8, Sant. 1:12; 1 Ped. 5:4), sino que es la
diadema de autoridad real. (253)
En todo el Apocalipsis, hasta ahora, se han visto diademas únicamente en los
enemigos de Dios (12:3; 13:1). En esta profecía, estamos viendo nuevamente el momento
cuando Cristo tomará el poder (ver Dan. 7:22, 27).
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE
DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le
seguían en sus caballos blancos. De su boca sale una espada aguda para
herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el
lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y
en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES
(vers. 13-16).
Este pasaje presenta símbolos tomados de algunas profecías del Antiguo
Testamento que hablan acerca del gran día de la venganza y de la ira de Jehová. Por