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La segunda resurrección, la de los “otros muertos”, ocurre al final de ese tiempo.
Sacerdotes de Dios
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la
segunda muerte no tiene potestad en éstos; sino que serán sacerdotes de
Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años (vers. 6).
Tenemos aquí la quinta de las siete bienaventuranzas del Apocalipsis.
Dice que son “bienaventurados”, son dichosos y favorecidos de Dios, los que
tienen parte en la primera resurrección, porque “la segunda muerte no tiene potestad
sobre ellos”. La segunda muerte es final y definitiva; los que la sufren no despertarán
jamás. Los bienaventurados, en cambio, disfrutan eterna seguridad en Cristo (l Tes. 4:17;
Juan 14:3).
Además, son bienaventurados porque “serán sacerdotes de Dios y de Cristo y
reinarán con él mil años” (vers. 6). Es el cumplimiento del pacto según el cual los fieles
serán un reino de sacerdotes (Éxo. 19:6). Es el establecimiento del único gobierno
perfecto, la teocracia en un mundo renovado.
En tiempos del Antiguo Testamento, los sacerdotes ejercían su ministerio en dos
fases distintas. Todos los días ministraban perdón y justificación a los penitentes. (261)
Pero una vez al año, celebraban el día de expiación que representaba el juicio final.
Cristo Jesús, como sacerdote en el santuario celestial (Heb. 4:14; 8:1), ejerce un
ministerio de intercesión a nuestro favor (Juan 2:1). Mientras tanto, su pueblo aquí en la
tierra también realiza un ministerio sacerdotal, intercediendo ante Dios para salvación de
los pecadores y hablando con éstos para que se reconcilien con él. Esto es, su
participación en el ministerio de justificación del rito diario. Pero durante los mil años,
participarán también en el juicio final simbolizado por el Día de Expiación. Por esto, dice el
pasaje: “Habían recibido autoridad para juzgar” (vers. 4).
El propósito de esta fase del juicio
Pero, ¿cómo puede haber necesidad de más jueces durante el milenio? ¿Qué es lo
que queda por juzgar? Es obvio que este juicio, ocurriendo después de la segunda venida,
no decidirá el destino eterno de nadie. Entonces, ¿cuál es su propósito?
Para contestar, consideremos el propósito de la primera fase del juicio, la que se
lleva a cabo antes de la segunda venida. El Señor tiene toda autoridad en sus manos y
también todo conocimiento. Él podría publicar simplemente la lista de los que se van a
salvar y decir: “Gústeles o no, así van a ser las cosas”. Pero no procede así, porque uno de
los objetivos más importantes del plan de redención desde que comenzó ha sido el de