No reconoce razas ni castas sociales; cada ser humano que nace sobre la faz de la
tierra tiene oportunidad de buscar a Dios y de encontrarlo (Hech. 17:27). Todos tienen
acceso a la santa ciudad y a la vida eterna con Dios.
En las puertas de la ciudad están los nombres de las doce tribus del Antiguo
Testamento. En los cimientos están los nombres de los doce apóstoles del Nuevo
Testamento. La cruz de Cristo extiende sus brazos en ambas direcciones para abarcar las
épocas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
La perfección moral
El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la
ciudad, sus puertas y su muro. La ciudad se halla establecida en cuadro, y su
longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil
estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. Y midió su
muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de
ángel (vers. 15-17).
La ciudad se mide y resulta ser igual en las tres dimensiones. Lo que tiene de
anchura y longitud, lo tiene también de altura. El hecho de que tiene proporciones iguales
testifica del carácter simétrico de los redimidos. El escrutinio de los ángeles los encuentra
perfectos. En ningún lado hay distorsión, desproporción o desequilibrio.
El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al
vidrio limpio (vers. 18).
El jaspe es mencionado tres veces en este capítulo: el primero de los doce
cimientos está compuesto de jaspe (vers. 19). El muro de la ciudad es de jaspe (vers. 18) y
la ciudad misma resplandece “como piedra de jaspe” (vers. ll). Recordamos que el Padre
celestial, cuando lo vimos en el capítulo 4, “era semejante a piedra de jaspe” (vers. 3). El
pueblo redimido y glorificado refleja el carácter del Padre celestial. (274)
“Su nombre [su carácter] estará en sus frentes’’ (Apoc. 22:4). “El que tiene esta
esperanza en él se purifica a sí mismo, así como él es puro” (l Juan 3:3).
El oro es el metal más codiciado en la tierra; pero ¿quién ha visto oro que es
transparente como el “vidrio limpio”? Es claro que el oro que Dios está preparando para
lucirlo en aquel día es más precioso aún que el mejor que hay en esta tierra. Es el oro
refinado en fuego” (Apoc. 3:18) que representa un carácter sencillo y puro delante de
Dios.
Y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra
preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el
cuarto, esmeralda; el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito;
el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisoprasa; el undécimo,