Jacinto; el duodécimo, amatista. Las doce puertas eran doce perlas; cada una
de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro,
trasparente como vidrio" (vers. 19-21).
Aun cuando se comparan los materiales de la ciudad con algunos minerales
comunes, es obvio que no todos ellos se conocen hoy con estos mismos nombres. De
hecho, no ha sido posible para los estudiosos bíblicos establecer con seguridad la
identidad exacta de la mayoría de las piedras preciosas que componen los cimientos de la
ciudad. Pero lo importante que se destaca en estos versículos es la hermosura de la
ciudad.
No se trata de una hipérbole
Al leer esta descripción y la que sigue, en donde se dan detalles de la belleza y el
esplendor de la Nueva Jerusalén, debemos descartar por completo la idea de que el
lenguaje simbólico de estos pasajes constituye una hipérbole, o sea, una exageración
hecha para efectos psicológicos. Al estudiar la primera parte del Apocalipsis, descubrimos
que en ningún caso los símbolos estaban exagerando la realidad de lo que iba a acontecer.
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