amplio y fértil, y la prosperidad de sus industrias proporcionaba a los habitantes una vida
cómoda y tranquila.
En el Nuevo Testamento encontramos a Lidia, nativa de Tiatira, que estaba
viviendo en Filipos. Era dueña de un negocio que le daba recursos suficientes como para
mantener a su familia y hospedar en su hogar al apóstol Pablo con su comitiva de
ayudantes (ver Hech. 16:14,15).
Tal vez a esta prosperidad se debía otra característica en la que Tiatira no se
destacaba: no era un centro de fervor religioso. Había allí un templo dedicado al culto de
Sambete. Algunos intérpretes han preguntado si ésta sería el personaje literal que en el
mensaje es llamado "Jezabel". Esto no se sabe con seguridad, pero el hecho es que los
prósperos ciudadanos de Tiatira prestaban mucho más atención a los gremios que habían
organizado para impulsar las varias industrias que a cualquier asunto de religión.
Hasta cierto punto, pareciera que bajo tales circunstancias la iglesia cristiana
gozaría de sosiego. Obviamente, los cristianos de Tiatira no tendrían que temer la muerte
por algún estallido repentino de persecución. No era característica de la gente de esa
ciudad juntarse para atacar a los creyentes ni arrojarlos a los leones si se negaban a
quema incienso en algún altar.
Pero tal como lo revela el mensaje que estudiaremos continuación, la prosperidad
material y la falta de persecución no siempre favorecen la prosperidad espiritual. Y en
Tiatira sucedió algo que suele repetirse en nuestros días cuando también hay mucho
materialismo y poca fe en la religión organizada: los cristianos de Tiatira llegaron a
compartir el mismo espíritu de apatía que la población que los rodeaba.
El mensaje a Tiatira
Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como
llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto: Yo conozco tus obras, y
amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y tus obras postreras son más que las primeras (vers.
18,19).
Ojos de fuego
Ante cada una de las siete iglesias, el Cristo resucitado se presenta con una postura
que corresponde al mensaje que tiene que dar. A Éfeso, Cristo es el que tiene a las iglesias
en la mano. Ante la atribulada Esmirna, es el que murió y ha vuelto a vivir; ante Pérgamo",
con su fascinación por los bienes materiales, el Cristo resucitado sostiene una espada
desenvainada.
¿Qué significa, entonces, su postura ante Tiatira como "el que tiene ojos como
llama de fuego"? Es que se requiere algo más que visión normal para ver el mal de Tiatira.
Sobre la superficie todo parece próspero y tranquilo, pero el Cristo resucitado ve con ojos