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C
APITULO
T
RES
La iglesia entre sombras y luces
En este capítulo, el Cristo resucitado dirige la palabra a tres iglesias más, las que
representan los eventos y las condiciones en el cristianismo desde el tiempo de Reforma
hasta al fin de la obra de Dios en la tierra.
Sardis: una iglesia de brillantes perspectivas
La ciudad de Sardis
Ninguna de las siete ciudades del Asia había tenido un pasado más glorioso que el
de Sardis, y ninguna estaba más lejos de vivir a la altura de su antigua gloria.
La fama de esta ciudad se debía a las inmensas riquezas y al poderío militar que
ella había alcanzado en los siglos pasados cuando era capital del imperio de Lidia.
Las primeras viviendas de Sardis se habían establecido sobre una estribación o
extensión pedregosa del Monte Tmolo, y aun cuando la población aumentó y ya no cabía
en el monte, las edificaciones en la cima sirvieron de acrópolis, o sea de fortaleza militar, y
casas de gobierno para la ciudad que se iba extendiendo alrededor de la base de la
montaña. Las fortificaciones sobre la espuela eran casi inexpugnables, pues resultaba muy
difícil para un ejército enemigo escalar los lados casi verticales del monte para atacar la
fortaleza.
Además, el caudaloso río Pactolo circundaba la estribación por tres lados,
formando una especie de foso o canal estratégico para la acrópolis. Esta situación
ventajosa fue uno de los factores que a Sardis le dio su fama como fortaleza militar.
Por otra parte, las arenas del río contenían oro y a esto se debía en parte la
inmensa riqueza de la ciudad. Llegó a ser tanta la prosperidad de Sardis en el tiempo del
gran rey Creso que la expresión "tan rico como Creso" es un dicho que ha durado hasta
nuestros días.
Solón (c. 638-558 a.C.), el que tenía fama de ser el más sabio entre los griegos,
llegó a visitar Sardis y se maravilló del esplendor y lujo de que disfrutaba Creso.
El "arma secreta" de Ciro
Estaba Sardis en el apogeo de su fama cuando sufrió una derrota ignominiosa.
Creso había extendido y fortalecido tanto su reino que Lidia llegó a ser rival de Babilonia y
de Egipto. Pero en el año 549 a.C., Ciro el Grande salió del oriente y se dirigió hacia Sardis.