Una de las ciudades más prósperas de la zona, Laodicea era también un
importante centro de la banca. Cicerón relata que en Laodicea presentó cartas de crédito
y recibió fondos para continuar sus viajes. Tácito, en sus Anales del año 61 d.C.6, escribió:
"Una de las ciudades más famosas de Asia, es a saber Laodicea, en el mismo año fue
derribada por un terremoto, y sin ninguna ayuda de nuestra parte, se reconstruyó
mediante sus propios esfuerzos". No tenemos necesidad de ayuda, fue la actitud de los
laodicenses.
Laodicea tenía fama, además, como centro de tejidos. Se hizo famosa por una tela
de lana negra y por alfombras que se tejían allí.
Por otra parte, la ciudad era conocida como centro de las ciencias médicas, sede
de varias escuelas de medicina, y había conseguido fama mundial por la producción de
dos ungüentos: uno para los oídos y otro para los ojos. El de los ojos se vendía en
pequeñas tabletas de material solidificado llamadas
koluron
, palabra que significa
'panecillo", pues tenían esa forma. De ahí viene nuestra palabra "colirio".
El mensaje a Laodicea
Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y
verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto (vers. 14).
El testigo que dice la verdad
La palabra amén significa "así sea" o "así es". Es una afirmación de la verdad de lo
dicho. Leemos, por ejemplo, en Isaías 65:16: "El que se bendijere en la tierra, en el Dios de
verdad se bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad jurará". El hebreo
aquí tiene, "el Dios de
amén
".
El Señor Jesús aquí se aplica a sí mismo este término: se llama "el amén", el que es
la verdad, el que también afirma la verdad y la confirma. Además, es "el Testigo fiel y
verdadero". La palabra traducida aquí "verdadero" significa "el que habla la verdad". El
Cristo resucitado dice la verdad a la iglesia autoengañada. Le dice cuál es su condición, ya
que ella no la reconoce.
Cristo es también "el principio de la creación de Dios". Es decir, es el "iniciador", el
autor de la creación. El poder creativo está en sus manos (Juan 1:1-3; Heb. 1:1 úp). Gracias
a Dios por esta hermosa seguridad: el que reprende, el que señala el mal, tiene poder para
corregirlo: es el Creador. Al alma muerta en delitos y pecados (Efe. 2:1-3) se acerca para
consolar y sanarla. El que castiga, también cura, y junto con el diagnóstico, ofrece el
remedio (ver Job 5:17,18).
"¡Ojalá fueses frío o caliente!"
Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero
por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca (vers. 15,16).