Page 64 - Vengo en Breve1

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vieron ambos fue más bien algo como una refulgencia, un resplandor que emanaba de la
presencia sobre el trono. El apóstol Pablo dice que Dios “habita en luz inaccesible; a quien
ninguno de los hombres ha visto ni puede ver” (l Tim. 6:16; véase también Juan 1:18), y
cuando Moisés le dijo al Señor que quería ver su rostro, la respuesta fue: “Nadie puede
verme, y vivir” (Éxo. 33:20; véase también Lev. 16:2).'
El Señor Jesucristo “se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). La “carne”,
el cuerpo humano del Salvador, fue el velo que permitió a los hombres estar en la
presencia divina. Después de la segunda venida, los seres humanos, redimidos y
transformados por gracia (1 Cor. 15:50-53), verán el rostro del Padre (Apoc. 22:4), pero
mientras retienen la condición de pecadores, tal visión significaría para ellos la destrucción
(2 Tes. 2:8). (86) Juan dice que “el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra
de jaspe y de cornalina”. El jaspe mencionado aquí no es la misma piedra conocida por
este nombre hoy. El antiguo naturalista Plinio lo menciona y dice que es una piedra clara,
translúcida.
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La cornalina, llamada algunas veces el “sardio”, es de color rojizo. Ezequiel no
compara lo que vio con piedras preciosas, sino que dice que había una “apariencia de
fuego dentro de ella y en derredor”. Aparentemente, lo que vieron ambos profetas se
parecía a la forma en que relucen y resplandecen las piedras preciosas cuando son
atravesadas por una luz brillante.
La cornalina y el jaspe eran, respectivamente, la primera y la última piedra en el
pectoral que llevaba el sumo sacerdote del antiguo santuario. La lista empezaba y
terminaba con estas dos. El sumo sacerdote las llevaba siempre sobre su pecho, para
representar el tierno cuidado de Dios por su pueblo (Exo. 28: 17-21). El pectoral era
llamado el “pectoral del juicio” y la instrucción divina fue: “Y llevará Aarón el juicio de los
hijos de Israel sobre su corazón delante de Jehová” (Exo. 28: 29,30).
Mi arco iris
Alrededor del trono resplandece un arco iris. El significado de este símbolo se nos
aclara en el libro de Génesis. Cuando el diluvio había terminado, Noé salió del arca con su
familia. Entonces el Señor hizo resplandecer en las nubes un arco multicolor. “Y dijo Dios:
Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que
está con vosotros por siglos perpe tuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será señal
del pacto entre mí y la tierra” (Gén. 9: 12,13). El arco iris es producido por la combinación
de luz solar y lluvia. La lluvia, cayendo desde las densas nubes, fue el instrumento de
justicia en las manos de Dios para destrucción de los que habían llenado la tierra de
violencia. Durante cuarenta días y cuarenta noches llovió, y el sol no se dejó ver (Gén.
6:11; 7:4). (87) Pero ahora el Señor ofrece nuevamente a su pueblo un pacto de
misericordia. En el futuro volverá a llover, sí, pero cuando los hombres vean en las nubes
el arco iris, pueden saber que detrás de la lluvia, brilla el sol; y que la justicia de Dios es
atemperada por su misericordia.