Los ancianos
Alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados sobre tronos a vein-
ticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con oro en sus cabezas
(vers. 4).
El número
veinticuatro no se repite en otra parte del Apocalipsis, pero sí encontramos la
combinación de doce más doce. Esto ocurre en el capítulo 21, donde aparecen los doce
patriarcas, fundadores de las tribus de Israel, y los doce apóstoles de la era cristiana (vers.
12, 14). Hay varias evidencias que favorecen la identificación de los veinticuatro ancianos
con estos personajes. Un poco más tarde los ancianos cantan: “Con tu sangre nos has
redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apoc. 5:9). De esta
manera, sabemos que son seres redimidos por el sacrificio de Jesús. Y Cristo dijo a sus
discípulos: “En la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su
gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para
juzgar a las doce tribus de Israel” (Mat. 19:28). Al comparar este versículo con otros, como
1 Corintios 6:2,3 y Apocalipsis 3:21, concluimos que esta promesa de Cristo no se da a los
apóstoles en forma exclusiva, sino se dirige a ellos como representantes de todos los “que
me habéis seguido”. La conclusión a que llegamos es que los veinticuatro ancianos
simbolizan a los redimidos de todos los siglos y que en esta escena tenemos a la vista el
papel que los redimidos han de desempeñar en el juicio. (88)
Las lámparas
Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete
lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios
(vers. 5).
Relámpagos y
truenos aparecen muchas veces en la Biblia cuando hay una manifestación de la presencia
de Dios (Éxo. 19:16; 1 Sam. 7:10; Eze. 1:13; Apoc. 11:19, etc.), y siempre el propósito es el
de impartir un concepto de su poder y majestad (véase Éxo. 20:18-20). El candelabro, con
sus siete lámparas, es uno de varios elementos que sirvan para confirmar que el escenario
en que se desarrolla el drama del Apocalipsis es el del tabernáculo celestial.
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Por supuesto,
al leer la expresión “los siete espíritus de Dios”, no debemos suponer que son literalmente
siete los Espíritus de Dios. En el antiguo santuario había siete lámparas, pero todas se
alimentaban de aceite a través de tubos que se extendían desde un tallo central; y las
siete, al arder, formaban una sola luz. Asimismo, el Espíritu Santo se manifiesta de muchas
maneras, “pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu” (1 Cor. 12:11), y todos
conducen .i un mismo fin: la exaltación y glorificación de Cristo (Juan 16:13,14). El Señor
terminó la creación del mundo en seis días y en el séptimo reposó. Entonces, vio “todo lo
que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera, [...] y bendijo Dios el día
séptimo, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Gén. 1:31-
2:3). Desde ese momento en adelante, H número siete simboliza lo perfecto, lo completo
de la provisión hecha por Dios para su pueblo. (89) Y el hecho de que sean siete las
lámparas significa que, en el don del Espíritu, el Señor ha hecho una provisión perfecta
para todas las necesidades de la iglesia en todos los lugares y en todos los siglos.