En el antiguo santuario de Israel la sangre de los sacrificados se derramaba al pie
del altar. El apóstol Pablo compara la muerte de los mártires con estos sacrificios (Rom.
8:1, 36). Después de la muerte de Abel, el primer mártir, el Señor le dijo a su hermano
Caín: “La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra” (Gén. 4:10). La sangre
de Abel, elocuente testimonio del crimen cometido, reclamaba que se le hiciera justicia.
De la misma manera, la sangre de los mártires
2
clama en esta visión (compárese con Mat.
23:34-38). (105)
La época del cuarto sello había sido de terrible mortandad. Fueron muchos los
mártires de “Jezabel” (Apoc. 2:20; 17:6) que murieron vilipendiados y calumniados,
acusados de ser enemigos de Dios y de la verdad. Ahora parecían ser propicias las
circunstancias para su vindicación. Era el siglo XVI, el tiempo de la Reforma. La Biblia
estaba siendo desencadenada y verdades fundamentales redescubiertas. Parecía el
momento para la vindicación de los mártires.
se les dieron vestiduras blancas; y se les dijo que descansasen todavía un poco
de
tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que
también habían de ser muertos como ellos
(vers. 11).
Los mártires han presentado su reclamo preguntando si no ha llegado el tiempo
de realizar el juicio y vengar su sangre, pero sus esperanzas no se cumplen. No sólo
tendrán que esperar para su vindicación, sino que habrá todavía más mártires.
Aquí se observa nuevamente el notable paralelo entre los sellos y las iglesias. Se
trata de la época de Sardis, a la cual se le dijo: “Conozco tus obras, que tienes nombre de
que vives y estás muerto”. La iglesia de esta época recibió como precioso tesoro el
mensaje de justificación por la fe, pero tristemente nunca alcanzó las alturas que se
esperaba de ella. Habiendo descubierto cierta» verdades fundamentales de la Biblia, los
reformadores descansaron satisfechos, sin avanzar hasta alcanzar la plenitud de la verdad.
En vez de seguir hasta desechar todo vestigio de doctrina y filosofía paga na, siguió
enseñando y defendiendo vigorosamente algunas de ellas. En vez de romper su alianza
con el estado, la continuaron.
Es más, durante esa época se levantó un grupo de hombres fervientes, estudiosos
de la Biblia que sí alcanzaron un conocimiento de verdades más avanzadas. Reconocieron
y denunciaron muchos de los errores del paganismo que estaban siendo enseñados en las
iglesias reformadas. Pero en vez de recibir el apoyo de los primeros reformadores, fueron
objeto de oprobios, y en muchos casos, fueron perseguidos por los mismos que debieron
ayudarlos. (106)
Así ocurrió lo que había sido profetizado: los mártires no fueron vindicados sino
que aumentó todavía más el número de ellos.