Manuel de Jesús Lacunza, monje y sacerdote jesuita de Chile, fue uno de ellos.
Después de varios años de estudio dedicados especialmente a las profecías de Daniel y el
Apocalipsis, Lacunza publicó su libro titulado
La segunda venida del Mesías en poder y
majestad.
Escrito originalmente en español, el libro atrajo mucho la atención y fue
traducido al poco tiempo a la mayoría de los idiomas europeos.
Miles de personas fueron impulsadas por la lectura de este libro a escudriñar las
Escrituras por sí mismas. Entre estas personas estaba José Wolíf, un judío convertido y
viajero incansable, quien llegó a predicar la segunda venida de Cristo en casi todos los
países de Europa y el Medio Oriente. En Inglaterra, Enrique Drummond, prominente
banquero, filántropo y miembro del parlamento, se unió con varios amigos pudientes para
establecer una “sociedad adventista”. Llamaron así a la sociedad porque todo su empeño
era estudiar las profecías relacionadas con el segundo
advenimiento
de Cristo. Entre otras
actividades, esta sociedad se encargó de patrocinar una serie de reuniones de consulta
para estudiar la profecía y publicar libros y tratados sobre el tema de su interés.
La profecía del sexto sello había pronosticado gran temor entre la gente, motivado
especialmente por la expectativa de la venida de Cristo. “Y decían a los montes y a las
peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el
trono, y de la ira del Cordero: porque el gran día de su ira ha llegado; y ¿quién podrá
sostenerse en pie?” (vers. 16, 17). Esta expectativa no debía quedar limitada a unas pocas
personas, sino la sentirían aun los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes,
los poderosos, y todo siervo y todo libre” (vers. 15).
Fue en Norteamérica donde se vio el cumplimiento más notable de esta profecía, y
el tema de la segunda venida de Cristo fue escuchado por el mayor número de personas.
(110)
Guillermo Miller, un estudioso de la Biblia que vivía en el estado de Nueva York, se
dedicó durante varios años a la investigación de las profecías. Como resultado de su
estudio, Miller llegó a conclusiones muy similares a las de Lacunza. Quedó convencido de
que Cristo volvería a la tierra dentro de poco tiempo. La manera en que llegó a tener esta
convicción fue la siguiente:
Miller observó que la profecía de Daniel 8:14 predice una purificación del santuario
que tendría lugar al cabo de 2,300 años. Según la clave dada en el capítulo 9 del mismo
libro, este período de tiempo empezaría en el año 457
C. En base a esto, Miller calculó que la purificación tendría lugar “alrededor del año
1843 d.C.”.
Pero ¿en qué consistiría esta “purificación del santuario”? Miller razonó que el
“santuario” obviamente, no podía ser el antiguo tabernáculo en el que adoraban los hijos
de Israel, puesto que éste ya no existía. Alguien le sugirió que debía referirse al santuario