Page 81 - Vengo en Breve1

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celestial mencionado en el libro de Hebreos (ver 8:1,2). “No puede ser —contestó Miller—
, porque en el cielo no hay nada contaminado que podría necesitar purificación”. Después
de estudiar todas las citas en que aparece la palabra “santuario” en la Biblia, Miller llegó a
la conclusión de que el “santuario” mencionado en Daniel 8:14 debía ser la iglesia
cristiana, y que al hablar de su purificación, la profecía se refería a la manera en que la
iglesia será purificada cuando Cristo vuelva.
Fue así como llegó a la conclusión de que la segunda venida de Cristo podría
ocurrir alrededor del año 1843.
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Durante 13 años después de llegar a esta conclusión, Miller guardó silencio. Estaba
consciente de lo que significaría anunciar una idea tan radical,
y
por otra parte, le
preocupaba el pensamiento de que podía estar equivocado. (111)
“A mí me parece tan claro esto — decía —, y yo no puedo comprender por qué
razón nadie más lo ha descubierto y nadie más lo está anunciando”. Miller no sabía, por
supuesto, que en Sudamérica como también en varios países de Europa, diferentes
investigadores, estudiando independientemente, habían llegado a conclusiones muy
similares a las suyas.
Por fin, en el año 1831, impulsado por un sentimiento de responsabilidad, Miller
empezó a hablar del asunto con algunos amigos, y a explicarles sus conceptos sobre las
profecías. Como resultado de esto, empezaron a llegarle invitaciones a que predicara
sobre temas proféticos. Pero el tiempo iba pasando y el mensaje parecía atraer muy poca
atención. Hasta que sucedió algo que cambió por completo la situación.
Mervyn Maxwell cuenta la historia así en su libro
Moving Out:
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“Cierta noche de 1839, Miller se encontraba predicando en la pequeña aldea de
Exeter, Nueva Hampshire. Después de la reunión se le acercó un hombre dinámico y
entusiasta que le dijo: ‘Yo soy Josué V. Himes. Soy pastor de una iglesia en la calle
Chardon, en Boston. Había oído hablar de sus ideas sobre profecía, y por eso vine para
escucharle en persona’.
“Himes invitó a Miller para que fuera a predicar en su iglesia de Boston. Fue la
primera invitación a predicar en una ciudad grande. Miller aceptó y la asistencia fue tanta
que, aunque se dieron dos conferencias diarias, miles de personas no pudieron entrar por
falta de espacio en la iglesia.
“Himes quedó profundamente impresionado. ‘Señor Miller, ¿usted realmente cree
en lo que nos ha estado predicando?’, preguntó una noche en su casa.
“Miller le respondió: ‘Mi querido Himes, hasta donde Dios me permite conocer mi
propia mente, puedo afirmar que lo creo de todo corazón’. (112) “Entonces — exclamó