Algunos reformadores consideraban a los tres mensajeros angélicos como a predicadores
contra el anticristo papal durante la Reforma. Thomas Brightman los identificaba así: (1)
Wyclef y sus predicadores lolardos; (2) Hus y Jerónimo con sus colaboradores; (3) Lutero.
David Pareus (m. 1622), profesor calvinista de Heidelberg, los interpretaba así: (1) Wyclef,
Hus, Jerónimo, etc.; (2) Lutero; (3) todos los predicadores evangélicos después de Lutero.
Johannes Gerhard (m. 1637), profesor de Jena, consideraba que Lutero era el primer ángel;
pero Heinrich Horch, destacado capellán de la corte y profesor de Herborn, consideraba que
todavía los tres ángeles eran futuros. Drue Cressener, 126 censor de la universidad de
Cambridge, en 1689 relacionó los mensajes con la Reforma, al comienzo de la decadencia de
la Iglesia Romana. Paul Dudley (m. 1751), juez en Massachusetts, afirmaba que los
mensajes angélicos no habían resultado en la salida de los hijos de Dios de Babilonia
(papal). Johann Bengel (m. 1752), de Denkendorf, pensaba que los dos primeros ángeles
podrían ser los pietistas Arndt y Spener, y que el tercero era aún futuro.
Los comienzos del siglo XIX.-
Estos tres mensajes angélicos recibieron atención y énfasis crecientes en los umbrales del
siglo XIX. En 1812 el congregacionalista Joseph Lathrop relacionó al primer ángel con el
movimiento misionero que estaba comenzando y con la iniciación de las Sociedades Bíblicas.
Así también lo hizo Amzi Armstrong, de Nueva Jersey (1815). Entre los comentadores de la
Biblia, Thomas Scott (m. 1821) y unos pocos otros sugerían que los mensajeros angélicos
podrían simbolizar a los valdenses, husitas y reformadores. Pero algunos comentadores y
expositores posteriores, como Adam Clarke y Joseph Priestley, también la
American
Columbian Family Bible
y la
English Cottage Bible,
sugerían que el primer ángel simbolizaba a
las Sociedades Bíblicas y a las sociedades misioneras, y muchos relacionaban al segundo o
al tercer ángel con amonestaciones contra el papado.
En el despertar adventista del Viejo Mundo en las primeras décadas del siglo XIX, una
cantidad de intérpretes declararon entre 1813 y 1814 que en sus días ya estaba volando el
primer ángel con el "Evangelio eterno" y el anuncio del juicio. Entre ellos estaban, William
Cuninghame, James H. Frere, Joshua Brooks, John Bayford, Lewis Way, Henry Drummond,
John Fry, Edward Cooper, George Croly, John Hooper, William Thorp y Joseph Baylee.
Edward N. Hoare, editor de
The Chistian Herald
afirmaba lo mismo. El clamor, afirmaba,
debiera resonar "de colina en colina a todas las naciones de Europa". Había una opinión
general que ciertas sociedades misioneras, bíblicas y proféticas ya estaban proclamando el
mensaje de ángeles, y que el segundo y el tercer ángel pronto seguirían para amonestar al
mundo de la inminente condenación de Babilonia y para proclamar el advenimiento que se
aproximaba.
Los primeros dos ángeles son vistos en el movimiento milerita.-
Durante ese mismo tiempo se expresaron convicciones similares en Norteamérica. Las
formulan algunos escritores no mileritas, como Ethan Smith (1833), congregacionalista
presbiteriano, y el bautista del séptimo día Elías Burdick (1843). Los que se ocupan de los
tres ángeles dentro del movimiento milerita siguieron la dirección de Gillermo Miller, quien
creía que el primer ángel era un símbolo del movimiento adventista y su mensaje. El cuadro
del ángel que vuela con el texto de Apoc. 14 se hizo circular ampliamente como un símbolo y
autorización del mensaje de ellos para los hombres. Cuando las iglesias respondieron a las
proclamaciones del segundo advenimiento hechas por los mileritas con la expulsión de los
miembros y clérigos adventistas, Charles Fitch comenzó, en el verano (junio-agosto) de 1843,
a añadir al mensaje de la hora del juicio el clamor del ángel: "Ha caído Babilonia" y, de un
mensaje similar, "Salid de ella, pueblo mío" (Apoc. 18: 4). Este mensaje llegó a su
culminación durante el movimiento del "séptimo mes" en el verano y otoño (agosto octubre)
de 1844.