Página 114 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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Sin embargo, y aunque parezca extraño, el tercer ángel apenas si fue mencionado por los
millares que estaban proclamando lo que creían que era el mensaje de la "hora del juicio"
para la tierra en ese tiempo. No fue sino hasta después de 1844 el significado del tercer
ángel comenzó a ser captado por el grupo de adventistas sabatistas. El triple mensaje del
trío celestial alcanzó de esa manera su culminación durante las décadas que siguieron en el
movimiento adventista del séptimo día. 127
IX. La "marca de la bestia" relacionada con el poder del papa y su
autoridad.
Los discípulos de Wyclef relacionan la "marca" con el anticristo papal.-
Los eruditos cristianos periódicamente han examinado el significado de la futura imposición
de la "marca de la bestia". El primero en ocuparse del tema fue evidentemente Cipriano (c.
200-258), obispo de Cartago. Relacionó esa "marca" con el anticristo venidero. Este tema
fue tratado con frecuencia desde el tiempo de los seguidores de Wyclef, como Walter Brute,
quien categóricamente relacionó la "marca" con el anticristo
papal
que se sienta en el "templo
de Dios", y John Purvey, que interpretó la marca en la mano como las obras impuestas por el
anticristo.
Los reformadores explican la "marca" como sumisión al papado.-
Entre los contemporáneos de Lutero encontramos que la "marca" de la bestia papal es
interpretada como sumisión al papado (Andreas Osiander) o la imposición del culto papal y
de sus ceremonias, efectuada por medio de sus cánones, decrétales y ceremonias (Nicolás
de Amsdorf).
Otros reformadores interpretaron la "marca" como el poder de excomunión papal (así fue
enseñado por Heinrich Bullinger, el sucesor de Zwinglio), como homenaje a la bestia y
participación en "las obras de la bestia" (el obispo británico Nicolás Ridley, martirizado en
1555), y como la "profesión invisible" de obediencia al poder papal (John Napier, gran
matemático escocés).
La "marca" y el "sello" son considerados como opuestos.-
En los días posteriores a la Reforma, el pietista alemán Johann Andreas Lucius (1625-1686),
de Dresden, interpretaba la marca de la bestia como el credo de la religión romana. El
distinguido científico inglés Sir Isaac Newton -es interesante notarlo- colocaba el sello de
Dios y la "marca" de la bestia como contrastantes y opuestos. No los definió, pero los
relacionó en su ubicación en el tiempo, con el día del juicio final. Otros escritores del siglo
XVIII consideraban la "marca" como la profesión de fe de la corrupta Iglesia Romana (el
teólogo holandés, Campegius Vitringa) y como el uso de la fuerza opresora del papado para
imponer su "marca" de dominio (de la Fléchére, colaborador de Wesley).
Los norteamericanos de la época colonial tienen conceptos similares.-
La misma exégesis general prevaleció en la Norteamérica colonial. Se interpretaba así "la
marca de la bestia": Recibir órdenes de la Iglesia Romana (John Cotton); rendirse a las "leyes
del papa" consintiendo en su supremacía o dando "algún testimonio manifiesto de comunión
con él" (Edward Holyoke, laico congregacionalista, 1658); o sumisión al papado y unión con
él (Paul Dudley, jurista de Massachusetts, 1731).
La Gran Bretaña de principios del siglo XIX.-
Andrew Fullier observaba que la marca de la bestia papal era "opuesta" al "sello de Dios".
James Haldane Stewart, participante de la conferencia profético de Albury Park realizada en