Timothy Dwight, rector de Yale.
Uniformidad en el siglo XIX.-
Es igualmente notable la uniformidad de opinión acerca de la "Babilonia" papal entre los
intérpretes del despertar- adventista de comienzos del siglo XIX en el Viejo Mundo. Con
mucha frecuencia aplicaban al papa el símbolo de la séptima cabeza de la bestia. Aun el
jesuita Lacunza insistió en que la ramera apocalíptico era la Roma papal, y no como la
interpretaban generalmente los comentadores católicos: es decir, la Roma antigua, o del
futuro.
En Norteamérica entre los intérpretes no mileritas y los mileritas se continuó manteniendo
(entre 1798 y 1844) la posición protestante tradicional; sin embargo, comenzó a descollar un
nuevo concepto: que "Babilonia" también incluía la apostasía de las "hijas" protestantes. Los
adventistas sabatistas generalmente estuvieron de acuerdo con los mileritas, aunque, por
regla general, sostuvieron que la octava cabeza de la bestia era la Roma papal. Pero estos
"nuevos" conceptos ya habían sido presentados por escritores previos. Impresiona la
armonía a pesar de los siglos transcurridos. 131
Los protestantes retienen el espíritu de Babilonia.-
Fue necesario llegar a los tiempos posteriores a la Reforma para que los intérpretes
comenzaran a sugerir que la "Babilonia" papal -la "madre"- tenía hijas que llevaban el mismo
nombre de familia; y de vez en cuando aludían a ellas con los términos de anticristo o
Babilonia, expresando así la creencia de que ciertos organismos protestantes, o iglesias
unidas en general con el Estado, habían retenido algunas de las características y errores del
papado. Entre ellos hubo disidentes destacados como Robert Browne, Henry Barrowe, John
Milton, y en la Norteamérica colonial, el defensor de la libertad, Roger Williams, y el
historiador bautista Isaac Backus.
El teólogo congregacionalista Samuel Hopkins declaró que pocas iglesias o pocos individuos
protestantes habían salido enteramente de Roma, "la madre de todas las falsas doctrinas,
superstición, incredulidad y prácticas abominables en el mundo protestante".
Testigos del siglo XIX.-
Varios líderes anglicanos y disidentes comentaban en el siglo XIX que la "madre" católica
tenía "hijas" protestantes que compartían algunas de las características maternas. Hugh
M'Neile afirmaba que Babilonia abarcaba "el total de los sistemas anticristianos del imperio
occidental". El anglicano David Simpson sostenía que las iglesias protestantes de "cualquier
denominación" que participaran del mismo espíritu de Roma o que hubieran "instituido
doctrinas y ceremonias hostiles al puro y genuino Evangelio de Cristo", debían compartir la
suerte de Babilonia. Expresaba el temor de que la Iglesia Anglicana pudiera ser considerada
como la "hija mayor". En Norteamérica muchos escribieron vigorosamente en los comienzos
del siglo XIX acerca de las "hijas" protestantes; entre ellos, Elías Smith de la Christian
Connection (grupo derivado en 1793 de los metodistas), Lorenzo Dow de los metodistas,
John Thomas de los cristadelfos, Samuel M. McCorkle de los discípulos e Isaac T. Hinton de
los bautistas.
Los mileritas hacen resonar la invitación "Salid".-
A medida que los mileritas encontraban una creciente oposición eclesiástica a su doctrina del
segundo advenimiento, muchos, tanto clérigos como laicos, fueron expulsados de sus
iglesias. A mediados de 1843 Fitch comenzó a hacer resonar la invitación "Salid de
Babilonia". Miller se resistía a esta invitación; pero en septiembre de 1844 Joshua V. Himes,
muy allegada a Miller, pregonó el llamado a separarse. Los mileritas sintieron más y más que
debían "salir" de las iglesias protestantes, hijas de Babilonia, que estaban saturadas con las