SITIO DEL ALTAR DE ZEUS EN PÉRGAMO
737 con Policarpo, contemporáneo de Juan y de Papías. Ireneo parece haber conocido a un
solo Juan, el apóstol, y afirma claramente que fue éste quien escribió el Apocalipsis. En vista
de esto parece razonable concluir que no debe presentarse con tanta insistencia la ambigua
declaración de Papías como prueba de la existencia de dos hombres llamados Juan.
Las diferencias lingüísticas entre el Evangelio y el Apocalipsis son significativas. Aunque las
diferencias de tema y estilo- que evidentemente existen entre los dos libros- pueden explicar
en cierta medida la disparidad de los vocabularios, por lo general un mismo escritor no varía
tanto en su uso de ciertas palabras tales como
allá
,
en
Ç
pion
y
emós
(ver p. 736). Sin tener
en cuenta el tema tratado o la forma literaria, por lo general el mismo autor usa u omite
palabras semejantes en una forma inconsciente. Cuando dos libros difieren tanto como el
Evangelio de Juan y el Apocalipsis en el uso de estas palabras, podría parecer difícil al
principio creer que son del mismo autor.
Pero este hecho no significa necesariamente de por sí que Juan no sea el autor de ambas
obras. Las circunstancias en las cuales parecen haber sido escritos los dos libros pueden
explicar razonablemente dichas diferencias. Juan declara en el Apocalipsis que recibió sus
visiones mientras "estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el
testimonio de Jesucristo" (cap. l: 9). En el exilio, Juan sin duda se vio obligado a valerse de
su propia capacidad lingüística para la redacción del Apocalipsis, y por esto no debe
sorprenderse que el lenguaje de este libro no sea siempre puro, en donde a veces se
translucen semitismos a través del griego, y que el autor no estuviese siempre muy seguro de
su gramática. Esta situación es muy normal considerando las circunstancias en las cuales
Juan escribió el Apocalipsis. Además, las visiones eran evidentemente registradas a medida
que las escenas pasaban vívidamente frente a los ojos del profeta (cap. 10: 4). Puede ser
que Juan no hiciera a propósito una revisión para que no se debilitara la vivacidad de la
acción.
Por otra parte, la tradición cristiana más antigua indica que el Evangelio fue escrito en
condiciones completamente diferentes. En el Fragmento de Muratori, escrito en Roma
probablemente alrededor de 170 d. C. -sólo pocas décadas después de que hubiera estado
allí Policarpo, el discípulo de Juan- se afirma:
"El cuarto de los Evangelios es de Juan, uno de los discípulos. Cuando fue animado [a
escribir] por los otros discípulos y obispos, les dijo: 'Ayunad conmigo los próximos tres días, y
todo lo que se nos revele a cada uno de nosotros nos lo relataremos mutuamente'. Aquella
noche le fue revelado a Andrés, uno de los apóstoles, que aunque todos debían revisarlo,
Juan debía narrarlo todo en su propio nombre" (Texto latino en S. R Tregellos, ed.,
Canon
Muratorianus
, pp. 17-18).
Aunque es obvio que este relato tiene características fantásticas, como la presencia de
Andrés y otros apóstoles con Juan cuando escribió el Evangelio, puede tener algo de verdad,
cuando sugiere que Juan pudo haber recibido ayuda en la composición del Evangelio. En
apoyo de esta hipótesis también está una declaración atribuida a Papías, que se conserva en
un manuscrito del siglo X:
"Por lo tanto, es claro que este Evangelio fue escrito después del Apocalipsis, y fue
entregado a las iglesias del Asia por Juan, estando aún en el cuerpo [vivo] como obispo de
Hierápolis. Papías de nombre, un amado discípulo de Juan, que escribió este Evangelio que
le fue dictado por Juan, lo refiere en su
Exoterica
, es decir, en los últimos cinco libros" (Texto