latino en Wordsworth y White,
Novum Testamentum... Latine
, t. 1, pp. 490-491).
Aunque no puede asegurarse que los detalles de este relato sean exactos, estas dos
declaraciones sugieren con cierta intensidad que en el siglo II se había extendido la idea de
que Juan había redactado el Evangelio con la ayuda de otros. Apoyada por esta antigua
tradición, la declaración al final del Evangelio: "Este es el discípulo 738 que da testimonio de
estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero" (cap. 21:24),
parecería ser la certificación de los ayudantes de Juan para dar veracidad a su relato. Si
esta manera de interpretar las pruebas es correcta, no es difícil explicar las diferencias
lingüísticas y literarias que existen entre el Apocalipsis, escrito probablemente cuando Juan
estaba solo en Patmos, y el Evangelio, escrito con la ayuda de uno o más de los creyentes en
Efeso.
A las evidencias presentadas puede añadirse el hecho de que hay ciertos paralelos literarios
notables entre el Apocalipsis y el Evangelio de Juan, que sugieren una misma paternidad
literaria. El Apocalipsis habla del "agua de la vida" (cap. 21:6; 22:17); y el Evangelio, de
"agua viva" (cap. 4: 10; 7:38). El Apocalipsis invita: "El que tiene sed, venga" (cap. 22:17), y
el Evangelio declara: "Si alguno tiene sed, venga" (cap. 7:37). Opsis, "apariencia" o "rostro",
se usa en el NT sólo en los escritos de Juan (Juan 7:24; 11: 44; Apoc. l: 16). Lo mismo
puede decirse de las expresiones
t
'
réin ton lógon
"guardar mi palabra" (Juan 8:51-52, 55;
14:23-24; 15:20; 17:6; 1 Juan 2:5; Apoc. 3:8, 10; 22:7, 9), y
ónoma aut
Ç
, "se llamaba",
literalmente "nombre para él" (Juan 1:6; 3: l; Apoc. 6:8). Salvo en los lugares donde se hace
referencia directa a los símbolos del AT, se nombra a Cristo como el Cordero únicamente en
el Evangelio de Juan y en el Apocalipsis (Juan 1:29, 36; Apoc. 5:6; y 28 veces más).
Por lo tanto, aunque pueden presentarse argumentos en contra de que Juan sea el autor del
Apocalipsis, debe reconocerse que las pruebas a favor del punto de vista tradicional de que
el autor del Apocalipsis fue el apóstol, son razonables y sólidas. Este Comentario acepta el
punto de vista tradicional. Cf. HAp 462-467.
3. Marco histórico.
Los eruditos modernos están divididos en cuanto a si el momento cuando se escribió el
Apocalipsis debe fijarse en una fecha relativamente temprana, durante los reinados de Nerón
(54-68 d. C.) o de Vespasiano (69-79 d. C.; ver t. VI, pp. 83, 88), o en una fecha posterior,
hacia el fin del reinado de Domiciano (81-96 d. C.; ver t. VI, p. 88).
Los eruditos que prefieren una fecha más antigua para el Apocalipsis, generalmente
identifican la persecución citada en las cartas a las siete iglesias con la que sufrieron los
cristianos en el reinado de Nerón (64 d. C.), o posiblemente más tarde en el tiempo de
Vespasiano, aunque no es claro hasta qué punto este último emperador persiguió a la iglesia.
Creen que el mundo convulsionado descrito en el Apocalipsis refleja las dificultades que
perturbaron la ciudad de Roma desde los últimos años de Nerón hasta los primeros años de
Vespasiano. Ven en la bestia que sufre una herida mortal y es curada (cap. 13:3), y en la
bestia que "era y no es; y está para subir del abismo" (cap. 17:8), una representación de
Nerón, de quien decía una leyenda popular que apareció después de su muerte, que
reaparecería algún día. También creen que el número simbólico 666 (cap. 13:18) representa
a Nerón César, escrito en consonantes hebreas (
Nrwn Qsr
). Estas evidencias han inducido a
cierto número de destacados eruditos a ubicar la redacción del Apocalipsis a fines de las
décadas de los años 60 ó 70 del siglo I.
Este razonamiento, aunque indudablemente basado en hechos históricos, depende, para ser
admitido, de la interpretación que se dé a ciertas declaraciones del Apocalipsis. Pero una
interpretación tal es, por supuesto, subjetiva, y no ha sido aceptada por muchos verdaderos
eruditos del pasado. Tampoco la acepta este Comentario, pues sus autores creen que las