Página 134 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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apocalípticas. Ver t. V, pp 88-91 donde se trata el tema de la literatura judía apocalíptica. 741
Por lo tanto, no hay por qué sorprenderse de que en el NT, escrito mayormente -si no del
todo- por judíos y para una iglesia que era mayormente judía en su fondo religioso, Dios
colocara un libro de carácter apocalíptico que expone el punto de vista cristiano de los
sucesos que llevarían hasta el introducimiento del reino mesiánico. En sus mensajes a los
hombres por medio de los profetas, Dios expresa su voluntad en lenguaje humano y en
formas literarias con las cuales estaba familiarizada la gente a quien se dirigieron
originalmente sus mensajes.
Aunque apocalipsis es en verdad profecía, difiere de otras profecías bíblicas (como las de
Isaías, Jeremías, Ezequiel y los profetas menores) en varios aspectos importantes, y estos
rasgos distintivos son las características de la literatura apocalíptica. Entre esas
características distintivas sobresalen las siguientes:
l.
El alcance cósmico de lo apocalíptico
. Mientras que la mayoría de las profecías se refieren
a los problemas nacionales e internacionales que giran en torno de la historia de Israel y el
glorioso futuro que pudo haber sido suyo (ver t. IV, pp. 27-40), lo apocalíptico desempeña su
papel en el escenario mayor del universo, y tiene como tema central el gran conflicto entre
Dios y Cristo contra Satanás y viceversa.
2.
La base de lo apocalíptico en visiones y sueños
. El escritor apocalíptico registra los
sueños y visiones que recibió mientras estaba "en el Espíritu" (ver com. cap. l: 10). A
menudo es arrebatado y llevado a lugares distantes donde contempla escenas de majestad y
grandeza que sobrepujan toda descripción que pueda hacerse en lenguaje humano, y allí
conversa con ángeles. Aunque también se registran estas experiencias repetidas veces en
los otros profetas, son particularmente características de los escritores apocalípticos; en
realidad, forman virtualmente todo el contenido de las secciones apocalípticas de Daniel y del
Apocalipsis.
3.
El uso de alegorías en lo apocalíptico
. En términos generales, en la profecía los símbolos
son lecciones objetivas concretas de la vida diaria; por ejemplo, el alfarero y la arcilla (Jer.
18: 1 - 10), el yugo (Jer. 27:2) y el adobe (Eze. 4:1-2). Por otra parte, en la profecía
apocalíptico los símbolos empleados son casi siempre seres que nunca se ven en la vida
real, como bestias policéfalas, ángeles que vuelan en el cielo y animales que hablan y obran
con inteligencia. Los lapsos proféticos, aunque raros en las profecías comunes, se dan
generalmente allí en años literales (Jer. 29:10), mientras que en Daniel y el Apocalipsis
aparecen lapsos proféticos repetidas veces y generalmente deben entenderse de acuerdo
con el principio de día por año.
4.
La forma literaria de lo apocalíptico.
Muchas de las profecías están en forma poética,
mientras que la profecía apocalíptica (incluyendo la no canónica) está casi enteramente en
prosa, excepto una inserción ocasional de poesía, particularmente de himnos (Apoc. 4: 11;
5:9-10; 11: 17-18; 15:3-4; 18:2-24; 19:1-2, 6-8).
Estas consideraciones destacan la regla de que para ser debidamente interpretada la
literatura apocalíptica, debe ser entendida en términos de su estructura literaria característica
y de su énfasis teológico. El centro de su mensaje es el tema del gran conflicto, que enfoca
especialmente el fin catastrófico de este mundo y el establecimiento de otro nuevo. Todo
esto se presenta en lenguaje eminentemente simbólico, que no siempre permite una exacta
interpretación (ver com. Eze. 1: 10). Al hablar de las cosas sobrenaturales, el lenguaje literal
es a veces completamente inadecuado para presentar las más primorosas realidades del
cielo. El lenguaje figurado apocalíptico es en algunos aspectos semejante al de las
parábolas, y deben tomarse las mismas precauciones al interpretar ambos (ver t. V, p. 194;
cf. t. III, p. 1129).