recordarse que las promesas y las amenazas son igualmente condicionales" (1MS 76-77).
Por lo tanto, es claro que aunque la segunda venida de Cristo no depende de ninguna
condición, las repetidas declaraciones de las Escrituras de que su venida era inminente
estaban condicionadas por la respuesta de la iglesia a la exhortación de que terminara la
obra de predicar el Evangelio en su generación. No ha fallado la Palabra de Dios que
declaró hace siglos que el día de Cristo "se acerca" (Rom. 13:12). Jesús hubiera venido muy
pronto si la iglesia hubiese hecho la obra que se le encomendó. La iglesia no tenía derecho
a esperar a su Señor porque no había cumplido con las condiciones. Ver Ev 503-505.
De modo que las declaraciones del ángel del Apocalipsis a Juan respecto a la inminencia del
regreso de Cristo para poner fin al reinado del pecado, deben ser entendidas como una
expresión de la voluntad de Dios y de su propósito. Dios nunca ha pensado en demorar la
consumación del plan de salvación; siempre ha expresado su voluntad de 747 que el regreso
de nuestro Señor no se retarde mucho.
Estas declaraciones no deben entenderse en términos de la presciencia de Dios de que
habría una demora tal, ni tampoco a la luz de la perspectiva histórica de lo que en realidad ha
sucedido en la historia del mundo desde ese tiempo. Es verdad que Dios sabía de antemano
que la venida de Cristo sería demorada unos dos mil años; pero cuando envió sus mensajes
a la iglesia por intermedio de los apóstoles, expresó esos mensajes en términos de su
voluntad y propósito respecto a dicho acontecimiento para que su pueblo estuviese informado
de que, en la providencia divina, no había necesidad de una demora. Por consiguiente, las
siete declaraciones del Apocalipsis respecto a la proximidad de la venida de Cristo deben
entenderse como una expresión de la voluntad y el propósito de Dios, como promesas
expresadas condicionalmente, y no como declaraciones basadas en el conocimiento previo
de Dios. En este hecho debe hallarse sin duda la armonía entre los pasajes que exhortan a
estar preparados para la pronta venida de Cristo y aquellos períodos proféticos que revelan
cuán distante se halla en realidad el día de nuestro Señor Jesucristo.
La declaró.
Gr.
semáin
Ç
, "señalar", "indicar", "dar señal"; "declaró", "explicó".
Ángel.
Gr.
ággelos
, "mensajero". Los ángeles frecuentemente cumplen la función de ser portadores
de revelaciones divinas (cf. Dan. 8:16; 9.21; Luc. 1: 19, 26, etc.). Este ángel ha sido
identificado como Gabriel (ver com. Luc. l: 19).
Juan.
Es decir, Juan el apóstol (ver pp. 733-738; cf. com. Mar. 3:17). El Apocalipsis es el único
libro de Juan en el que éste se identifica por nombre (ver t. V, p. 869; cf. 2 Juan l; 3 Juan l).
2.
Ha dado testimonio.
Mejor "dio testimonio". Gr.
marturé
Ç
, "dar testimonio", "testificar". El pretérito (
emartúr
'
sen
)
muestra que el autor se refiere a lo que está por escribir desde el punto de vista de sus
lectores, para quienes la acción ya sería algo pasado cuando recibieran el mensaje. Las
epístolas de Pablo (ver com. Gál. 6:11; Fil. 2:25) presentan numerosos ejemplos de este uso
del pretérito; lo mismo se ve en escritos de autores griegos y romanos antiguos. Esta
costumbre se consideraba como un acto de cortesía para el lector. Juan declara que es
testigo, que da testimonio de todo lo que Dios te había revelado.